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jueves, 17 de febrero de 2011

LA CIA

Agencia Central de Inteligencia

La Agencia Central de Inteligencia (CIA, Central Intelligence Agency) es, junto con la Agencia de Seguridad Nacional, la agencia gubernamental de los Estados Unidos encargada de la recopilación, análisis y uso de "inteligencia", mediante el espionaje en el exterior, ya sean gobiernos, corporaciones o individuos que pueda afectar la seguridad nacional del país. La agencia lleva a cabo operaciones encubiertas y acciones paramilitares, y ejerce influencia política exterior a través de su línea operativa, la División de Actividades Especiales. Su sede central está ubicada en Langley, Virginia.
Antes de diciembre de 2004, la CIA ha sido literalmente la organización de inteligencia central para el gobierno de los Estados Unidos. El Acta de la Reforma de Inteligencia y Prevención del Terrorismo de 2004 creó la oficina del Director de Inteligencia Nacional (DNI), que se hizo a cargo de alguna parte del gobierno y la comunidad de inteligencia (CI) en toda la función que anteriormente habían sido objetivo para la CIA. El Directorio de Inteligencia Nacional gestiona los Estados Unidos a la Comunidad de Inteligencia de los Estados Unidos así como al ciclo de inteligencia.
Cuando se habla de la CIA, es fundamental entender que es una de las mayores comunidades de inteligencia a gran escala de su principal serie de responsabilidades. La comunidad de inteligencia tiene aún una política interna, aunque un número cada vez mayor de interagencias "centrales", así como la información de reparto de mecanismo de la Intellipedia espera que mejore.
Numerosos periodistas y medios de todo el mundo han realizado acusaciones sobre EEUU y, en concreto, sobre la CIA de violar las Convenciones de Ginebra al recurrir a la tortura.

Origen

Fue creada el 18 de septiembre de 1947 por el Presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman, sustituyendo a la Oficina de Servicios Estratégicos Office of Strategic Services (OSS) de la Segunda Guerra Mundial, usando muchos procedimientos y agentes de la Organización de Servicios Especiales creada durante la guerra con misiones de espionaje y apoyo a la resistencia tras las líneas alemanas. En 1949 se le otorgan poderes para investigar sin necesidad de autorización judicial, expedientes administrativos y fiscales.
La filosofía de la organización era dotar al Presidente de un segundo punto de vista elaborado por civiles, frente al aportado por los militares de la Agencia de Seguridad Nacional.
Por la gran cantidad de ex alumnos de Yale fue llamada en código "Campus". Hugh R Wilson (B&S1906) en la OSS Dos de los tres creativos pertenecían a Yale y uno a Harvard, manejando los datos solo los de Yale. Incluso el sistema de almacenamiento de datos fue el mismo que el de la Biblioteca de Yale.

Objetivo de la CIA desde su creación hasta ahora

La CIA desde su creación hasta ahora tuvo diferentes objetivos:
- En primer lugar su objeto de creación fue la de evitar la expansión del enemigo comunista durante la época de la Guerra Fría.
- Después de la caída del muro de Berlín su objeto era la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado en el exterior.
- Desde el 11 de septiembre de 2001 hasta la actualidad es la guerra contra el terrorismo Al Qaeda (Osama Bin Laden) y la guerra contra Irak para destituir a Saddam Hussein, considerado por Estados Unidos una persona portadora de armamento nuclear.
En 1999, la CIA creó la entidad de capital riesgo In-Q-Tel para ayudar a financiar y desarrollar tecnologías de interés para la agencia, ayudando a desarrollar proyectos como aviones de reconocimiento y satélites.

Antecedentes de la CIA

La Office of Strategic Services (OSS)) y la Oficina de Inteligencia Naval (ONI), una madre y la otra hermana de la CIA, establecen relaciones con los dirigentes de la Mafia italiana, iniciando una labor de reclutamiento en los bajos fondos de Nueva York y Chicago para que sus miembros, entre los que se cuentan Lucky Luciano, Meyer Lansky, Joe Adonis, Sam Giancana, Santo Trafficante y Frank Costello, ayuden a estas agencias a contactar con los capos de la Mafia siciliana, exiliados por culpa de Benito Mussolini.
Encarcelado en Nueva York, Luciano es indultado por los servicios prestados durante la guerra y es deportado a Italia, donde comienza a construir un imperio basado en la heroína; en un principio mediante la diversión de suministros procedentes del mercado legal, y más tarde, creando una serie de conexiones con traficantes libaneses y turcos para que le proporcionen morfina base para sus laboratorios sicilianos.
Al tiempo, la OSS y la ONI colaboran estrechamente con el hampa china, que domina la producción de grandes cantidades de opio, morfina y heroína, ayudando a la creación del tercer punto en el comercio de la heroína en la posguerra: el Triángulo Dorado, una región formada por las zonas fronterizas de Tailandia, Birmania, Laos y la provincia china de Yunan. La heroína que la OSS trafica crecía allá, y era refinada en Shanghái.

Época de mayor auge

Durante la mayor parte de su existencia, la agencia estuvo abocada a la Guerra Fría, en la cual sus mayores contrincantes fueron la KGB soviética y la Stasi de Alemania Oriental. Llegando a contar con un gran entramado de agentes, ser reconocida como la mejor pagadora y disponer de grandes incineradoras capaces de quemar toneladas de papel al día con información innecesaria.
Sin embargo, no todas sus acciones fueron de espionaje. La agencia estuvo detrás de múltiples tareas de entrenamiento de insurgentes y desestabilización de gobiernos contrarios a las políticas de la Casa Blanca. Entre los fiascos se cuentan la invasión de Bahía de Cochinos, los éxitos mayores no los sabemos, porque la operación más exitosa es aquella que cumple sus objetivos sin que la agencia haya sido identificada como la autora. Sin embargo, sí se afirma desde "La Compañía", como la suelen llamar sus agentes, el haber aportado información estratégica de gran utilidad durante la Guerra Fría como las advertencias de que la Guerra de Vietnam no podía ser ganada sólo con la potencia de fuego o, también, la cuantificación del potencial nuclear real soviético.

Problemas de adaptación

Con la caída del muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética, la agencia perdió gran parte de su razón de ser, el número de agentes se vio reducido drásticamente. Durante la década de los noventa cometió varios errores graves, como la utilización de mapas anticuados de Belgrado que llevaron al bombardeo de la Embajada China considerándola un centro gubernamental.
Pese a seguir afirmando que el reclutamiento de agentes no es un tema prioritario La Compañía abrió durante los años 90 una oficina de colaboración con la industria cinematográfica, según cuenta David L. Robb en su libro Operación Hollywood, para cambiar la negativa imagen que se daba de la Agencia y la actuación de sus agentes y, al mismo tiempo, conseguir más candidatos, a cambio la organización ofrecía sus instalaciones para filmar, personal como extras del reparto, banderas y sellos oficiales. De esta forma películas como Juego de patriotas con Harrison Ford muestran localizaciones reales de la Agencia.
Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, la agencia enfocó sus esfuerzos hacia la lucha contra el terrorismo internacional. En el 2004, su supuesta connivencia al entregar "inteligencia" dudosa sobre armas de destrucción masiva en Irak para justificar una decisión política aún está siendo juzgada, y su éxito en la lucha contra el terrorismo está en entredicho.
A mediados de la década del 2000 sus propios agentes confirmaban, según el New York Times, que les resultaba casi imposible aportar información estratégica y eran consultados mayoritariamente para cuestiones tácticas (como la resistencia de determinado puente o el estado de tal o cual carretera+

Cárceles ilegales

En el año 2006 organizaciones pro Derechos Humanos como Amnistía Internacional acusaron a la CIA de utilizar aeropuertos europeos para transportar presos a sus presidios y de tener múltiples cárceles ilegales secretas por toda Europa donde tienen presas a diversas personas que estarían siendo torturadas. En la misma línea esta organización ha denunciado la tolerancia o colaboración táctica de varios gobiernos como Hungría, España o Suecia.
Un informe del Parlamento Europeo confirmó en 2006 que la CIA ha sido "directamente responsable del rapto, el traslado, el secuestro y la detención de sospechosos de terrorismo" en Europa.
En ese mismo año, tras la revelación del presidente George Bush de que existen efectivamente centros secretos de detención de la CIA para sospechosos de terrorismo, los eurodiputados solicitaron que se aclarase la posible implicación de gobiernos de la Unión Europea (UE) en la detención y traslado de los prisioneros por parte de la CIA, así como si existían prisiones de este tipo en territorio comunitario.
Finalmente, en 2007, Dick Marty, el senador suizo que investigaba desde el Consejo de Europa las actividades ilegales de la CIA tras los atentados del 11-S, emitió su segundo informe sobre el tema, en el que se daba por probado que Polonia y Rumanía habían albergado centros ilegales de detención de la agencia estadounidense de inteligencia entre 2003 y 2005, donde presuntos terroristas islámicos fueron sometidos a técnicas de interrogatorio «equivalentes a torturas».
En febrero de 2009, el Presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, nombró al economista Leon Panetta como nuevo Director en funciones de la Agencia.

                                  Entre la CIA y el KGB

                          Ex-nazis en la guerra fría.

«No somos boy-scouts. Si hubiéramos querido serlo, nos habríamos apuntado», solía decir Richard Helms, el director de la CIA preguntado por el empleo de antiguos nazis y criminales de guerra por parte de la Agencia y de su predecesora, el CIC. Al principio, las agencias americanas en la Alemania ocupada hicieron grandes esfuerzos para apresar y juzgar a funcionarios nacionalsocialistas. Ya por entonces algunos de ellos fueron utilizados para conseguir mejores resultados. Estos contactos alcanzaron gran importancia cuando las relaciones entre los vencedores de la Segunda Guerra Mundial empeoraron. Los americanos observaban indefensos como los rusos instalaban uno tras otro gobiernos fantoche y como iba creciendo la influencia de los partidos comunistas en el oeste. Mientras los rusos y los americanos todavía creían que llegaba una epoca de paz y amistad entre los pueblos, comenzó a estallar una guerra fría secreta bajo la superficie.
Y, ¿quien conocía mejor a los comunistas sino sus enemigos más enconados, los nazis? Cuando la guerra fría empezó, los americanos no sabían casi nada sobre su nuevo adversario. Las primeras informaciones de relieve las proporcionó el general Reinhard Gehlen, quien durante el Tecer Reich fue jefe del espionaje contra los rusos (Fremde Heere Ost). Gehlen se había rendido a los americanos en mayo 1945 ofreciéndoles su colaboración más todo su equipo y archivos. Durante los primeros años tras el final de la guerra, la mayoría de los datos americanos sobre los países del este de Europa procedieron de las fuentes de Gehlen. No tardó mucho Gehlen en recibir un sueldo fijo al ocuparse de la creación de su propio servicio secreto, la ORG (Organisation Gehlen), recultando muchos veteranos experimentados de la SS, SD y Gestapo. Algunos de ellos eran buscados como criminales de guerra , por lo que se les proporcionó identidades y documentos nuevos. Mientras los americanos siguieran bien provistos con aquel material, no deseaban saber demasiados detalles, cuando, además, las preguntas hubieran podido ser demasiado comprometidas. Gracias a sus antiguos colaboradores y al dinero americano Gehlen consiguió tanta influencia que, finalmente, el posterior gobierno alemán no tuvo otro remedio que aceptar la ORG como servicio secreto oficial.
Pero aún más problemático que la ORG fue la presencia de los colaboradores e informantes libres contratados por los servicios americanos y a quienes protegían de la ley. El caso más conocido fue el de jefe de la Gestapo de Lyon, Klaus Barbie. Escapando de sus perseguidores franceses, Barbie se había esfumado en Alemania, donde también era buscado por el CIC. Sintiéndose cada vez más acorralado ofreció sus servicios a un departamento del CIC, que lo ocultó de sus perseguidores. Gracias a sus buenos contactos, pronto dirigió algunas redes de espionaje en Francia, Rumanía y Alemania. Solo cuando los rumores de sus actividades se extendieron y cuando Francia exigió su extradición, el CIC le privó de su protección. Los americanos, que no tenían ningún interés en que salieran a la luz detalles de esta colaboración, enviaron a Barbie a la Argentina bajo el nombre de Klaus Altmann. No era un caso único. Los servicios secretos occidentales contrataron miles de criminales de guerra buscados por la justicia. Los propios americanos habían creado una vía secreta de evacuación para los casos más problemáticos, la llamada «ruta de las ratas». Con papeles falsificados y muchas veces en uniformes americanos, los fugitivos fueron transportados a través de la frontera italiana, donde con la discreta ayuda del Vaticano fueron conducidos por Génova hasta Nápoles, y desde allí en barco al seguro refugio de América Latina.
Con el inicio de la guerra en Corea, en junio de 1950, la lucha de los servicios secretos llegó a nueva cotas. El gobierno americano empezó a buscar tropas auxiliares entre sus antiguos enemigos. «Estaba claro que debíamos utilizar a todo hijo de puta que fuera simplemente un anticomunista», comentaba un oficial de la CIA sobre la nueva situación. Buscaban sobre todo fugitivos de los países de la Europa oriental para ser utilizados como guerilleros después un probable bombardeo atómico. Los mejores anticomunistas los constituían los ex-miembros de la SS y otros colaboradores nazis de Lituania, Estonia, Croacia y Ucrania, muchos de los cuales eran buscados por el asesinato de judíos, entre otros crímenes. Unos 12.000 fueron llevados a los Estados Unidos, recibiendo la ciudadanía tras cinco años de servicio militar. Algunos fueron entrenados como guerrilleros en Fort Bragg, formando posteriormente las primeras unidades de Boinas Verdes (Green Berets).
También en Alemania se inició un gran proceso de reclutamiento con vistas a la Tercera Guerra Mundial. Una unidad especial para la guerra secreta fue el «servicio técnico» de una organización llamada BDJ (Bund Deutscher Jugend) cuyos miembros eran muy a menudo veteranos de las Waffen-SS o de la Wehrmacht. Financiada y equipada por el CIC, sus miembros se entrenaban en bosques con ametralladoras, granadas de mano y explosivos. A pesar de que el «servicio técnico» realizó también acciones clandestinas en el sector soviético, su objetivo principal era la liquidación de políticos «rojos» en las partes occidentales de Alemania. Bajo el mando del CIC, algunos agentes se infiltraron en el SPD (Partido Socialdemócrata) -la segunda fuerza política en el Parlamento-, y planearon el asesinato de más que 40 funcionarios importantes. Cuando estos planes salieron a la luz, desencadenando un enorme escándalo, el CIC ocultó a los principales responsables de la operación, mientras se apropiaba de todos los documentos del BDJ, impidiendo que la justicia alemana tuviera acceso a los mismos.
Se puede discutir si los miembros de la ORG o del BDJ eran mercenarios americanos o solamente fanáticos anticomunistas que continuaban con su antigua lucha. No obstante, tras el hundimiento de Alemania, muchos antiguos nazis estaban políticamente desterrados. Querían tan poco a las democracias occidentales como a los rusos. Además, el Nacionalsocialismo –sobre todo en sus rangos altos – había atraído a muchos buscafortunas y medrosos, para quienes la ideología no era tan importante como el éxito personal. Vendían sus talentos al mejor postor por protección, dinero y renovado poder, sin importarles a quien. Pudo ser que Gehlen y algunos de sus colaboradores tuvieran motivos patrióticos cuando se ofrecieron a los americanos. Pero Gehlen creó en la ORG unas estructuras y relaciones bajo bajo las que el tipo aventurero florecía sin escrúpulos. Esta mentalidad era particularmente evidente entre los agentes que cambiaron de bando por simples y meros intereses materiales.
Hans Clemens era un antiguo Hauptsturmführer en el temido SD (servicio secreto nazi) que había pasado casi toda la guerra en Berlín, lejos del frente. Solamente al final de la guerra fue destacado a Italia donde cayó prisionero de guerra y tuvo que justificarse por el fusilamiento de rehenes. Se topó con jueces piadosos y ya en 1949 estaba en libertad. En Alemania, lo albergó un antiguo subordinado suyo, Erwin Tiebel, quien se había convertido en un exitoso hombre de negocios. Poco después, su mujer, que vivía en Dresde, en la Alemania del Este, le facilitó un contacto con el KGB. Clemens siempre había apreciado las comodidades que nunca le faltaron como oficial de alto rango de la SS en Berlin y de las que ahora carecía. Los rusos se apercibieron de ello y, durante los primeros encuentros, fueron extremadamente generosos en dinero, champagne de Crimea y caviar. También celebraron sus mejores operaciones con langosta «Thermidor» en restaurantes de lujo. Por su parte, Clemens debía infiltrarse en un servicio secreto occidental y reclutar nuevos agentes. Para realizar esta tarea Clemens acudió al ex-Obersturmführer Heinz Felfe, un antiguo camarada del SD.
Felfe había sido encarcelado por los ingleses, pero le dejaron libre cuando éste ofreció su colaboración. Al cabo de poco tiempo, consiguió un empleo en una agencia alemana dedicándose a interrogar a desertores de la policía de Alemania oriental. Al sentir que estas tareas estaban por debajo de sus habilidades, se inscribió en la Universidad de Bonn y se infiltró en grupos de estudiantes de izquierdas. Los resultados de estas pesquisas las vendió al servicio secreto británico. Al contrario de Clemens, Felfe no estaba interesado directamente en el dinero, sino que se movía motivado por una gran ambición. Años más tarde admitiría que quiso convertirse en el número uno del espionaje; daba igual en qué bando. En su opinión, los alemanes eran totalmente incapaces y también se quejaba de los ingleses por pasarle «trabajitos» poco importantes. Por eso, cuando Clemens le propusó trabajar también para los rusos Felfe ardió de entusiasmo. Ser agente doble en la cúpula de mando era algo apropiado para un hombre con su experiencia y talentos.
Solamente tenían que conseguir entrar en un sercicio secreto occidental. Primero lo intentaron con la recién formada Bundesverfassungsschutz de la Bundesrepublik. Pero el ministro del interior lo tomó como uno más de los antiguos nazis incorregibles y rechazó su solicitud. Por suerte, tenían otros contactos. Clemens estaba todavía en tratos con un tal Willi Krichbaum, un ex-camarada de la SS, que ahora tenía un alto puesto en la ORG. Después de algunas juergas, en las que evocaban con mucho alcohol los tiempos gloriosos, su entrada en la ORG se fue aclarando. Cuando Clemens presentó entonces a Felfe, Krichbaum quedó tan impresionado de las capacidades de éste que inmediatamente le reclutó para el departamento de contraespionaje. Al inicio, Felfe estuvo al mando de todos los agentes en la DDR (Alemania oriental). Gracias al material falsificado que le proveían los rusos hizo una rápida carrera, llegando pronto a la dirección de todo el contraespionaje soviético.
En esta posición, Felfe se situaba como jefe de todos los agentes de la Bundesrepublik en los países del este, convirtiéndose en el gran maestro de espías de Gehlen. Pero mientras Gehlen disfrutaba del material falsificado por los rusos, Felfe proporcionaba al KGB un incesante caudal de informaciones, siendo el mensajero habitual en el este el antiguo camarada Tiebel. Más de diez años trabajarán con éxito los «tres mosqueteros» -como posteriormente se les llamó en la prensa– hasta que en 1961 fueron desenmascarados por un desertor de la DDR. Poco antes, Clemens y Felfe habían recibido de Gehlen una medalla con motivo del aniversario de sus diez años de servicio, mientras, en paralelo, también recibían una carta del KGB con un premio en dinero y con agradecimientos por los servicios prestados.
Sin embargo, los comunistas no se conformaban solamente con los servicios de unos renegados comprados. Bastantes ex-oficiales de la SS y de la Gestapo servían en la policía y en el servicio secreto de Alemania del este. Como mínimo dos de ellos llegarían al Comité Central. El especialista de Hitler para asuntos económicos en los Balcanes, un tal Karl Clodius, también buscado por crímenes de guerra, y después de una breve estancia en Moscú, mandaba de nuevo el comercio exterior de Yugoslavia desde un comfortable edificio en Belgrado. Franz Neuhausen, conocido como «Franz el gordo» y antiguo representante de Göring en los Balcanes, había sido excepcionalmente extradito a Yugoslavia por los americanos como criminal de guerra. Neuhausen, quien había dirigido las minas de cobre durante la guerra, con bastante éxito gracias a la mano de obra forzada, pronto fue visto en los restaurantes de lujo en Belgrado. Neuhausen nunca fue un nazi fanático: para él, el Tercer Reich fue simplemente una estupenda ocasión para forrarse. Llegó a pasar, durante la guerra, una temporada en un campo de concentración porque había robado para sí, del Tesoro Público yugoslavo, algunos cientos de kilos de oro. Su protector Göring, que tenía vicios parecidos, conseguiría su liberación. En su proceso, Clemens se mostró como el vivo ejemplo de la mentalidad de estos aventureros. Preguntado sobre qué había hecho con todo ese dinero conseguido con su traición, contestó presumido: «Viví bien y ví mundo».


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