Cuánto más pasa el tiempo, más extraños parecen los acontecimientos del 11-S. ¿Por que los cazas tardaron tanto tiempo a lanzarse, con cuatro aviones secuestrados fuera de control sobre los cielos estadounidenses? En los viejos tiempos cuando un hombre era un Hombre y los rusos eran Soviéticos la normativa era tener los cazas en el aire dentro de cinco minutos después del secuestro de un avión.
¿Quién contrató los vuelos que sacaron a 140 saudís prominentes que residían en los Estados Unidos, incluyendo una veintena de familiares de bin Laden, mientras todos los vuelos comerciales fueron prohibidos durante tres días?
Un montón de dudas.
Conmoción y Pavor, así que quizás no prestamos suficiente atención. Rebobinemos la cinta. Pasémosla despacito. Mirémosla otra vez desde el comienzo. Esto es precisamente lo que han hecho unos periodistas de La Vanguardia, aquí en Barcelona.
Dos años y medio después del 11-S, persisten muchas dudas sobre las circunstancias que rodearon los atentados contra las Torres Gemelas. Una de esas incógnitas se refiere a la naturaleza de unas formas omanchas que pueden observarse en el fuselaje del avión que se estrelló contra la torre sur del World Trade Center. “La Vanguardia” preguntó por las manchas a Boeing, que alegó no poder contestar por motivos de seguridad nacional y se remitió a la comisión independiente que desde el 31 de marzo indaga lo sucedido..
En las imágenes congeladas de las distintas filmaciones del tramo final del vuelo 175 de United Airlines se pueden apreciar tres extrañas formas, que los técnicos aeronáuticos consultados no aciertan a explicar. Se trata de dos formaciones alargadas, situadas sobre la parte inferior del fuselaje, hacia la proa y hacia la popa del aparato. Hay una tercera, aparentemente piramidal, ubicada en la panza, casi en el centro del avión. El departamento de aviación comercial de Boeing, con sede en Seattle, examinó las fotografías durante diez días y, tras anunciar una explicación sobre el fenómeno, declinó pronunciarse sobre lo que veía. Finalmente, una portavoz manifestó que Boeing no podía opinar “por razones de seguridad” y por no haber participado oficialmente en la investigación de los atentados.
Varios ingenieros aeronáuticos de centros oficiales españoles no han encontrado una explicación clara sobre los brillos o formas que se observan en el avión secuestrado. En cambio, un análisis digital de detección de contornos de las fotos, efectuado en la Escola Universitària Politècnica de Mataró, concluye que los “objetos que se advierten no pueden ser debidos a sombras provocadas por el ángulo de incidencia del sol sobre el avión porque siempre aparecen con la misma forma y tamaño, aunque sí con distinta luminosidad”. Para llegar a ese resultado, las fotografías fueron sometidas a un procesado digital de imagen “que diera respuesta a los cambios de luminancia” que se aprecian a simple vista y que, en principio, no tienen sentido, dado que el fuselaje de los aviones comerciales es cilíndrico y liso, según se expone en el citado informe técnico.
Su autora, con una dilatada experiencia profesional en procesado digital de imágenes, redes neuronales artificiales y biometría, señala en su informe que a cada una de las fotos se le aplicó “el mismo tratamiento utilizando tres algoritmos estándares del procesado digital de imágenes”, cuyos datos técnicos desarrolla profusamente en el dossier. Tras aclarar que “las imágenes estudiadas tienen distintos ángulos de observación”, establece que “los objetos detectados presentan a su alrededor distinta luminancia por tener relieve” y añade que “esta es la única explicación posible”, para matizar finalmente que “los objetos detectados se distinguen perfectamente del tren de aterrizaje”.
La reconstrucción de los hechos que precedieron al terrorífico atentado contra la segunda torre, indican que los preparativos del vuelo de United AirlinesUA-175 que cubre la ruta entre Boston y Los ngeles fueron rutinarios en la mañana del 11 de septiembre del 2001. El avión, un B-767-222, matrícula N612UA, abandonó la terminal de United en el aeropuerto Logan International a las 7.58 horas y a las 8.15 ya estaba en el aire. A bordo iban 56 pasajeros, incluidos cinco terroristas de Al Qaeda, armados con cortaplumas. El capitán era Victor Saracini, de 50 años, ex piloto de la Navy.
El aparato siguió la ruta habitual hasta las 8.47, cuando, a la altura del puente George Washington, que une la parte norte de Manhattan con Nueva Jersey por encima del río Hudson, efectuó un brusco viraje a la izquierda. Los secuestradores, después de degollar a varias azafatas, se habían hecho con la cabina de mando. Durante doce minutos, el Boeing estuvo sobrevolando la orilla oriental del Hudson hasta que realizó otro giro muy cerrado hacia la izquierda. Delante tenía la torre sur del World Trade Center, contra la que impactó a las 9.03 horas.
En ese momento, las cámaras de televisión retransmitían en directo un incendio en la torre norte, provocado por el impacto de un B-767 de American Airlines que se había producido a las 8.48 horas. Millones de espectadores pudieron ver en directo cómo el UA-115 entraba en la torre sur, entre los pisos 78 y 84, y provocaba una explosión mucho más potente que la causada minutos antes por el avión de American Airlines.
La investigación oficial de la Administración Federal de Aviación determinó que el Boeing chocó contra el edificio a 937 kilómetros por hora. Por su parte, un estudio del InstitutoTecnológico de Massachusetts estableció una velocidad de 859 kilómetros por hora en el momento del impacto.
Ninguna de las dos investigaciones mencionó que hubiera alguna forma extraña adosada al avión. Sus conclusiones forman parte del medio millón de documentos que sirven de partida a los diez miembros de la comisión nacional que están revisando las causas de los atentados.
La comisión empezó sus trabajos en el edificio de aduanas del puerto de Nueva York. Su objetivo es proseguir con la investigación que inició el comité de inteligencia conjunta Senado-Cámara de Representantes. Antes de traspasar las competencias a la comisión nacional, el comité identificó varios fallos humanos y de organización que dificultaron la labor de los servicios de inteligencia para prevenir los atentados. Entonces, la Casa Blanca intentó que el ex secretario de Estado, Henry Kissinger, presidiera la comisión. Al no conseguirlo cortó la financiación y a la comisión todavía no han llegado los once millones de dólares que ha presupuestado para su trabajo. La comisión, que cuenta con el apoyo de los partidos demócrata y republicano, deberá presentar sus conclusiones al Congreso en mayo del 2004. Las familias de las 2.798 personas que murieron el 11-S, 1.095 de las cuales estaban en la torre sur del World Trade Center de Nueva York, esperarán hasta entonces respuestas concretas sobre la ejecución del mayor ataque que ha sufrido Estados Unidos.
Varios congresistas demócratas y republicanos han acusado a laAdministración Bush de obstruir la investigación sobre el 11-S y de censurar la publicación del contenido de la ya efectuada. Sospechan que el Gobierno quiere “tapar” errores propios y evitar revelaciones embarazosas sobre países aliados como Arabia Saudí.
El 11-S no sólo fue el mayor trauma colectivo sufrido por el alma estadounidense. Los atentados pusieron al descubierto las deficiencias de la gigantesca burocracia de espionaje y seguridad de la superpotencia, con la CIA y el FBI a la cabeza. Hurgar en esta segunda herida resulta muy incómodo y elGobierno Bush se resiste.Varios congresistas de peso, la mayoría demócratas pero también algún republicano, han acusado a la Administración de estar obstruyendo la investigación en marcha y de impedir que se divulgue al gran público los datos que ya se conocen.
Los reproches a la Casa Blanca fueron efectuados en una reciente comparecencia de senadores ante la comisión nacional que investiga los atentados, un órgano dirigido por el republicano Thomas Kean, ex gobernador de Nueva Jersey, que asumió el cargo después de la renuncia del veterano Henry Kissinger.
“El pueblo norteamericano se merece saber la verdad total y objetiva de la mejor manera que se haya constatado, y por desgracia no la hemos recibido”, dijo el senador Joseph Lieberman, de Connecticut, precandidato a la presidencia. Su colega de Florida BobGraham, también aspirante a la nominación demócrata, se sumó a las quejas con su habitual vehemencia. “Ignorar los hechos simplemente porque incomodan a algunas personas y porque pueden perjudicar objetivos políticos a corto plazo impedirá que los norteamericanos conozcan la verdad sobre el 11-S”, denunció. El senador instó a la comisión investigadora a que indague “con vigor los vínculos entre gobiernos extranjeros y los terroristas del 11-S”. El republicano John McCain, republicano pero muy independiente en sus opiniones, advirtió de la amenaza del “obstruccionismo burocrático”.
Además de las críticas a la investigación, se acusa a la Administración de estar bloqueando la publicación completa del informe de 800 páginas que elaboró el Congreso sobre los atentados. La censura gubernamental es pintoresca, ya que parte de la información está ya accesible en la propia web de la CIA.
Agujeros en la seguridad
La investigación federal sobre el 11-S, frenada por la actitud de la Casa Blanca
La empresa aeronáutica recibe centenares de preguntas sobre el ataque terrorista
Han pasado casi dos años del 11-S pero no se sabe casi nada sobre los detalles del mayor ataque de la historia contra Estados Unidos. La comisión federal que investiga el fallo de seguridad que propició los atentados en Washington y Nueva York se queja abiertamente, no sólo de falta de recursos, sino, incluso de estar siendo intimidada por la Casa Blanca para que no llegue al fondo de la verdad. Esta falta de transparencia ha llevado esta semana a “The New York Times” a comparar a la Administración Bush con el Kremlin soviético.
La versión oficial sigue siendo que un grupo de 19 terroristas, dirigido por Mohamed Atta, un hombre de Al Qaeda, fue capaz de secuestrar cuatro aviones comerciales y estrellar dos contra las Torres Gemelas, uno contra el Pentágono y provocar el accidente del otro en un bosque de Pennsylvania cuando iba camino de Washington. La vida de los terroristas en losmeses previos a los atentados es pública y está bien documentada, pero no hay casi nada sobre las investigaciones previas y posteriores de las agencias americanas de seguridad, sobre los informes diarios que la CIA prepara para el presidente o sobre las reuniones del Consejo Nacional de Seguridad.Tampoco se sabe qué relación había entre dichas agencias. La comisión federal, que debe acabar su trabajo en mayo del año próximo, acusa al Pentágono y al Departamento de Justicia (de quien depende el FBI) de negar información vital y de colocar a un funcionario en todas las entrevistas que realizan para intimidar a los testigos.
Estas cortapisas impiden obtener –entre otros datos– agua clara sobre la posiblemanipulación o no del fuselaje del avión que se estrelló contra la torre sur del World Trade Center, circunstancia sobre la que ya informábamos en nuestra edición del pasado 22 de junio. Cuando “La Vanguardia” preguntó a la sede central de Boeing en Seattle sobre las extrañas formas que se aprecian en las fotografías, la portavoz de la compañía ofreció su total colaboración para esclarecer el asunto. Sin embargo, después de haberlas estudiado durante días, Boeing –cuyos ingenieros forman parte de la investigación oficial– declinó ofrecer su opinión aduciendo razones de seguridad nacional.
Dos de las instantáneas que revisaron los ingenieros de Boeing –enviadas a Seattle vía Internet tal comose acordó con la compañía– corresponden a una toma lateral de los últimos momentos del vuelo. Al confirmar su recepción, la portavoz comunicó que darían respuesta a la duda planteada y explicó que desde el ataque reciben centenares de preguntas procedentes de todo el mundo sobre diversos aspectos del atentado. La mayoría de las dudas –informó– se refieren al Boeing que se estrelló contra el Pentágono y cuya existencia ha sido negada por un investigador francés autor de varios best-séllers sobre el tema. A este respecto, Boeing afirmó rotundamente y sin vacilaciones que fue uno de sus aviones el objeto que impactó contra el emblemático edificio militar. Sin embargo, esa firmeza no se ha repetido en las reiteradas ocasiones que “La Vanguardia” ha requerido a Boeing explicación razonable sobre las manchas que aparecen en el aparato que impactó contra la torre sur del World Trade Center de Nueva York.
Los referidos fotogramas han sido objeto de un análisis digital de detección de contornos elaborado en la Escola Universitària Politècnica de Mataró. El estudio determinó que lo que se ve sobre el avión son formas o volúmenes y no reflejos, lo que podría sugerir que el aparato llevaba adosado al impactar algún ingenio desconocido, cuya naturaleza obviamente entra de lleno en el terreno de las hipótesis. Una posibilidad es que, pese a los análisis, las formas en cuestión se deban a un fenómeno óptico. La otra es que los terroristas hubieran añadido algo al avión para incrementar su efecto destructivo. La muy notable falta de seguridad en el aeropuerto Logan de Boston, de donde partieron los dos Boeing que destruyeron las torres, refuerza esta posibilidad. La manipulación del fuselaje, sin embargo, hubiera requerido la participación de más terroristas que los detectados. No obstante, la hipótesis de que los kamikazes de Al Qaeda contaran con más ayuda sobre el terreno se planteó entre los especialistas en terrorismo el mismo 11-S, pero nunca ha sido probada.
“The New York Times” publicó el domingo una imagen inédita del atentado contra la torre sur del World Trade Center (WTC) el 11 de septiembre del 2001. Extraída de un vídeo realizado por Pavel Hlava, un inmigrante checo, se aprecia el Boeing 767 de United Airlines justo antes del impacto. En la parte central del fuselaje aparece una sombra similar a la que producen los dos motores. “La Vanguardia” publicó los pasados meses de junio y julio dos informaciones que llamaban la atención sobre sombras como la que se aprecia en este vídeo. Un análisis realizado por la Escuela Universitaria Politécnica de Mataró concluyó que las sombras “no pueden ser provocadas por el ángulo de incidencia del sol sobre el avión (...). Los objetos detectados tienen a su alrededor distinta luminancia por tener relieve. Ésta es la única explicación posible”. Boeing, aludiendo razones de seguridad, no ha querido comentar si había algo adosado al fuselaje. El mismo silencio guarda la Administración norteamericana.
Por qué no se opina sobre misterios
Foto: CARMEN TAYLOR / CNN
Una de las imágenes objeto de atención |
El pasado 13 de julio los periodistas Eduardo Martín de Pozuelo y Xavier Mas deXaxàs publicaron en la página 6 de La Vanguardia, un segundo informe sobre los misteriosos reflejos o formas de origen desconocido observados en fotogramas y fotografías del avión estrellado el 11-S contra la torre sur del World Trade Center, en la ciudad de Nueva York.
TLa primera información sobre este asunto elaborada por los citados periodistas apareció en la página 4 de La Vanguardia el domingo 22 de junio del 2003. Diversos lectores mostraron interés por el tratamiento periodístico del enigma planteado. Extracto la carta de uno de ellos, José Luis Ruiz. Dice: “Me cuesta imaginarme cómo es posible que el avión de la foto tenga ‘objetos’ adosados al fuselaje que reflejan el sol. ¿Se supone que debemos entender que los secuestradores salieron del avión en pleno vuelo y ‘colocaron objetos’? ¿O se supone que despegó de Logan con dichos objetos adosados?”.
Y añade el lector: “Supongo que en el aeropuerto de alguna república bananera será fácil, sobornando a una docena de personas, hacer despegar un avión de pasajeros con ‘bultos’ en el fuselaje, pero en Logan, por muy inseguro que sea el aeropuerto, me da la sensación de que con una docena de sobornos no sería suficiente. ¿Qué debemos pensar? ¿Debo imaginar que los firmantes del artículo no se han hecho las mismas preguntas que yo me hago? ¿O debo suponer que no se atreven a plasmar sus propias opiniones por lo que ellas conllevan?”.
Es lógico que los lectores pidan un mayor compromiso de los periodistas en la interpretación de los datos, pero el deber profesional impide convertir en información las opiniones personales, sobre todo cuando son sobre hipótesis generadas por un misterio. Así lo justifica el periodista Eduardo Martín de Pozuelo: “Hemos tratado de informar lo más fríamente posible, ofreciendo al lector todos los datos disponibles sobre el asunto para que él mismo sacara sus propias conclusiones. Voluntaria y expresamente, hemos evitado que nuestra opinión formase parte de la información, ya que Xavier Mas de Xaxàs y yo creemos que opinión e información no pueden ni deben mezclarse”.
Amplían así este principio: “Obviamente Xavier y yo tenemos nuestras hipótesis formadas sobre el asunto y, naturalmente, nos hemos hecho el mismo tipo de preguntas que el lector se formula y que son, precisamente, las que hemos trasladado a las fuentes que mencionamos en la información. Pero el lector estará de acuerdo con nosotros en que todos esos interrogantes que se plantea se desprenden de un enigma central: ¿qué es lo que se ve sobre el fuselaje del vuelo 175? Que no duden los lectores que seguimos investigando sobre el asunto, que les mantendremos informados de cualquier novedad contrastada que se produzca al respecto y que no incluiremos nuestras opiniones en un texto informativo”. Correcto.
INFORMACIN Y OPININ deben presentarse estrictamente diferenciadas. Este principio radical es uno de los pilares de la doctrina periodística anglosajona. Pero la preceptiva redaccional del periodismo de influencia francesa incluye también el género interpretativo, aquel que combina hechos y datos con evaluaciones, explicaciones e impresiones del autor del trabajo. Es el género a cuyo estilo se acogen las crónicas, los reportajes y los análisis periodísticos. En la prensa europea es un género muy arraigado.
Y arriesgado. Sobre los riesgos de que los informadores se excedan en la interpretación de datos y entren en el terreno de la opinión han llegado cartas con quejas de dos lectores. La de Christian Comes sobre la pieza titulada “Cascos irrita” (3 de julio, en Vivir). Y la de Albert Esplugas Boter que reza así: “En una noticia publicada en La Vanguardia (24 de junio) se menciona que los jóvenes soldados norteamericanos desplegados en Iraq están ‘fatigados y deprimidos por estar lejos de los suyos’ y ‘afirman que no son una fuerza de mantenimiento de la paz y quieren regresar a casa’. Este alarmante dato no proviene de ningún tipo de encuesta, vastos indicios de malestar, comunicado oficial..., sino de unos lacónicos e informales comentarios de un oficial y tres soldados estadounidenses. No se trata precisamente de una muestra muy representativa. La Vanguardia ha hecho una extrapolación gratuita sobre una cuestión de notable gravedad. Irresponsabilidades periodísticas como ésta generan desinformación”.
Constaté que el texto objetado es de la agencia oficial francesa Afp. Es una de las grandes agencias informativas mundiales. Opera con la denominación de France Press (Afp) desde 1944, aunque tiene su origen en la agencia Havas, la más antigua del continente europeo, fundada en París en 1835.
El citado texto incluye declaraciones de unos soldados que son identificados, pero es abusivo que se generalice, aunque sea una agencia solvente. El redactor de la agencia debía haber escrito “unos” en lugar de “los” soldados norteamericanos. Era lo correcto.
El caso comenzó con las sospechas de un lector
Foto: CARMEN TAYLOR / CNN
Una de las fotos que fueron analizadas |
Una mañana del pasado febrero entró un joven lector en la sede de LaVanguardia.es con una noticia en ciernes que él intuyó al mirar con atención fotos y vídeos sobre el 11-S.
Hay lectores descubridores. Son lectores que tienen la oportunidad de aportar noticias. Dan una exclusiva a su diario. Es una iniciativa que se agradece. Estos lectores son eficaces periodistas espontáneos. Esto ha ocurrido en el caso del misterio del avión estrellado contra el World Trade Center de Nueva York el 11 de septiembre de 2001.
El lector que entró aquella mañana de invierno en la redacción de LaVanguardia.es con unas fotos bajo el brazo fue atendido por el redactor Josep Maria Calvet. El lector –que pide ampararse en el anonimato de sus iniciales (R.R.)– invitó al periodista a fijarse en unos detalles de las fotos: dos formas raras que aparecían bajo el avión.
Así arrancaron los trabajos periodísticos cuyos resultados salieron en “La Vanguardia” del 22 de junio y del 13 de julio de 2003, y que comenté, a petición de un lector, en la última crónica del pasado curso, la publicada el 27 de julio de 2003.
Una función del defensor del lector descrita en el estatuto de “LaVanguardia” es explicar el proceso seguido en la preparación, elaboración y publicación de un material periodístico que motive su intervención. En este caso concurren circunstancias que invitan a narrar la historia interna de estos reportajes.
¿Es una primicia de “La Vanguardia”? ¿Cómo se enteraron los periodistas de que había un misterio en el caso de ese avión?
Dos días después de aquella visita del lector R.R., la redacción de LaVanguardia.es se puso en contacto con Eduardo Martín de Pozuelo para que viera las fotos y emitiera su opinión sobre las manchas o formas advertidas en las imágenes del avión instantes antes de estrellarse contra el rascacielos.
En la redacción de LaVanguardia.es habían comprobado que las fotos no estaban manipuladas, y que coincidían con las custodiadas en los archivos del diario.Cierto. Había unas “manchas” o “formas” raras.
Martín de Pozuelo se puso manos a la obra. Se reunió con R.R. y con Calvet en la sede de LaVanguardia.es. Durante dos largas tardes repasaron juntos fotos, vídeos y todo el material gráfico que pudieron reunir sobre el ataque contra las torres de Nueva York. ¿A qué conclusiones llegaron?
Constataron una evidencia: la presencia de “manchas” en el fuselaje del avión. No podían determinar la naturaleza del detalle.
Martín de Pozuelo expone al defensor que entonces no estimó aún pertinente publicar nada sobre el caso. Faltaban datos y fuentes fiables. Dice sobre esas “manchas”:
“Me parecía un efecto óptico pero como no dejaba de ser una apreciación totalmente subjetiva mostré las fotos a los compañeros fotógrafos para que dieran su opinión como expertos en imagen. Sopesaban como yo la hipótesis de un efecto óptico y la de un objeto añadido”. Los periodistas perseveraron.
Consultaron a otra persona experta, la profesora Amparo Sacristán, especialista en procesado de imágenes y microelectrónica de la Universitat Politècnica de Catalunya. Su primer dictamen les animó a seguir en la investigación periodística. La doctora Sacristán sometió las fotos a un análisis digital, y concluyó que lo que se percibe en ellas son formas y no brillos. El resultado de esta nueva fase era sorprendente e inquietante.
Xavier Mas de Xaxàs, que era el corresponsal de “La Vanguardia” en Estados Unidos aquel 11 de septiembre de 2001, indagó en informaciones publicadas o no publicadas que pudieran aportar alguna luz. Recopiló datos sobre la falta de seguridad en el aeropuerto de Logan (Washington).
Al mismo tiempo, Martín de Pozuelo consultó a expertos en aviación. Entre ellos un ingeniero aeronáutico que nos pide no ser identificado, debido a su cargo. Durante toda una mañana analizó las fotos en “LaVanguardia”. Su dictamen reforzó la hipótesis de que había algo añadido al fuselaje.
Los dos periodistas que conducían la investigación no se conformaron, por supuesto. Eran escépticos. Decidieron dar otro paso para salir de dudas. Recurrieron a fuentes norteamericanas. La compañía Boeing, en Seattle, accedió a revisar las fotos y a dar sus conclusiones. Las fotos se enviaron por vía electrónica desde “La Vanguardia”.
Durante diez días, por teléfono y por correo electrónico, la compañía aérea contestaba a requerimiento de los dos periodistas de “La Vanguardia” que las fotos eran estudiadas por diversos departamentos de la empresa. Al final, desde Seattle llegó una frase sorprendente y enigmática: “No podemos decirles lo que es. Motivos de seguridad”.
En ese momento los dos periodistas consideraron que había elementos suficientes para informar a los lectores de “La Vanguardia”. Texto y fotos fueron entregados a la dirección del diario para que evaluase la conveniencia de publicar un primer reportaje. Salió el domingo 22 de junio. Causó impacto, incluso en Estados Unidos, donde una web especializada en el 11-S colgó la traducción de este trabajo de “La Vanguardia”.
Los dos reporteros preguntaron una vez más a Boeing: “¿Hay alguna novedad?”. Contestación: “No hay respuesta por razones de seguridad”. Una negativa que no disipa el misterio. Por eso siguen investigando.
11-S: la conspiración
Eduardo Martín de Pozuelo y Xavier Mas de Xaxàs
Una fiebre conspiratoria se ha instalado en Europa y América. Miles de ciudadanos de ambos continentes devoran cuanta información llega a su alcance sobre la posibilidad de que los atentados ocurridos en Estados Unidos el 11 de septiembre del 2001 no fueran obra del extremismo islámico sino parte de una conspiración interna sin precedentes.
Libros de los másdispares autores alcanzan ventas millonarias en Alemania, Francia y España al tratar sobre distintos aspectos de una supuesta conjura, alimentada por la falta de una sólida versión oficial. Obras y decenas de webs desmenuzan hasta el más mínimo detalle el atentado contra las Torres Gemelas del World Trade Center (WTC) de Nueva York o contra el Pentágono, para decirnos que lo que vimos atónitos por televisión en septiembre de hace dos años fue la expresión de la mayormaquinación de todos los tiempos y que ya es conocida como “Operation Pearl”.
“¿Es que los alemanes han entrado en una fase de paranoia aguda?”, se preguntaba “Le Monde” al constatar que su país vecino sucumbe ante la tesis de una conspiración y que Andreas von Bülow –ex secretario de Estado de Defensa, ex ministro de Investigación y Tecnología en el gabinete de Helmut Schmidt y parlamentario por el Partido Socialdemócrata (SPD) durante 25 años– es ya más conocido por su libro sobre la CIA y el 11-S que por su etapa en primera línea de la política alemana.
Tanto es así, que los semanarios germanos no pudieron evitar encuestar a sus conciudadanos para comprobar el estado de la cuestión.Resultado sorprendente: el 31 por ciento de los alemanes menores de 30 años no excluye de ninguna manera la mano del propio Gobierno norteamericano en tan dramáticos sucesos. Lacifra “decae” al19%cuando la encuesta se refiere a toda la población alemana, sin distinción de edad.
Von Bülow –que no oculta que desde su etapa de parlamentario piensa lo peor de los servicios secretos– lleva vendidos más de cien mil ejemplares de un trabajo en el que analiza desde un punto de vista muy particular los aspectos, a su juicio, “no creíbles” del 11-S para concluir que era imposible que la CIA no estuviera al corriente de los planes de Al Qaeda.Su tesis enlaza con el hecho, reconocido por la Administración Bush, de que la CIA y el FBI no compartieron toda la información que tenían sobre el peligro de un gran atentado. Sin embargo, Von Bülow va un poco más lejos e implica al Mossad en el asunto y especula sobre la posibilidad de que los aviones que se estrellaron estuvieran pilotados por control remoto.
Sobre la gran ola conspiradora alemana se deslizan también otros autores que superan ampliamente la cifra de 100.000 libros vendidos. Se trata de Mathias Bröckers y de Gerhard Wisnewski: el primero, un viejo periodista del diario berlinés “Die Taz”, y el segundo, un colaborador habitual de ZDF, la segunda cadena de televisión alemana. Bröckers sostiene que los pilotos suicidas de aquellos aviones están todavía vivos, mientras que Wisnewski, que goza de mayor credibilidad, pone en cuestión todo el asunto del 11-S y expone la teoría de que los edificios del WTC fueron derribados con explosivos colocados en su interior. Lo cierto es que cada vez que surge el asunto, el vídeo de la caída del edificio número 7 –el que se hundió después de las Torres–, emerge entre los adeptos a la intriga como prueba irrefutable de una voladura controlada.
Pero si Alemania reúne un potente plantel de descreídos oficiales, de Francia parten las obras de mayor impacto mundial. El mentor es Thierry Meyssan, impulsor de una organización virtual autodenominada “red Voltaire” que aglutina a periodistas, políticos y profesionales de diversos campos incondicionales de la confabulación y autor de “La gran impostura” y “Le Pentagate” en los que niega que un avión civil pilotado porunsuicida se estrellara contra el Pentágono, en favor de la tesis de un misil. En España, Pilar Urbano en su libro “Jefe Atta” también muestra incredulidad a este respecto.
Un análisis de las teorías conspirativas muestra que una parte sustancial del asunto gira en torno a los aviones secuestrados por los comandos de Al Qaeda. Básicamente o se niega que los que se estrellaron fueran los mismos que secuestraron aquella mañana –de modo que habría habido unasustitución de aeronaves– o se afirma que hubo explosivos y misiles militares en la causa.
Respecto al primer avión que se estrelló y del que sólo hay dos filmaciones conocidas, ambas lejanas y poco precisas, los autores ponen en duda que se tratara deunBoeing y apuntan la idea de unmisil o de un avión más pequeño. En cuanto al segundo aparato –el que impactó contra la Torre Sur– se da el caso de que una serie de reportajes publicados en “La Vanguardia” han incrementado las dudas. En los sitios de Internet que tratan sobre el asunto ya lo han bautizado en inglés como “el avión preñado” en referencia a las extrañas protuberancias que se aprecian sobre su fuselaje y que desveló este diario.
Las teorías conspirativas alcanzan su máxima expresión cuando abordan el ataque al Pentágono y el caso del avión desintegrado en Pensilvania. El vuelo 77 de American Airlines despegó de Washington a las 8.20 horas de la mañana con destino Los ngeles. Media hora después los controladores perdieron su pista y casi cuarenta minutosmástarde la Fuerza Aérea recibió la orden de ir a buscarlo. Hacía media hora que las Torres Gemelas habían sido alcanzadas. Alas 9.38 horas del 11 de septiembre de 2001, dos minutos antes de que llegaran los cazas, el AA-77 se estrelló contra el Pentágono, abriendo unboquete reducido, similar al que podría haber producido un misil. Las cámaras de seguridad no captaron al avión y en ese mismo instante comenzó la incredulidad, nació la idea de la conspiración y afloraron las preguntas que contesta Thierry Meyssan a su criterio: Si los pilotos no eran expertos, ¿cómo pudieron efectuar un giro tan cerrado? ¿Por qué no se ven restos del Boeing en las fotos? ¿Por qué las cámaras de seguridad del Pentágono no captan al avión? ¿Por qué los daños son tan precisos...?
Falta de respuestas
La falta de una contundente versión oficial que responda a tantas preguntas –hay una web que, jugando con la fecha del ataque, plantea 911 dudas– alienta las teorías de la conspiración. Muchas de las incógnitas expuestas por los autores citados pueden ser fruto del oportunismo o de la imaginación, incluso bienintencionada, de los amigos de lo extraño. Sin embargo, la comisión federal de investigación ha denunciado el oscurantismo que practica la Administración Bush. Cabe la posibilidad de que el Gobierno norteamericano no tenga las respuestas que se le exigen y que alguna de las que conozca no las difunda por no hacer más doloroso el recuerdo de aquel día. Es más que probable que así sea respecto al avión estrellado en Pensilvania, aquel Boeing desde el que varios pasajeros lograron hablar por teléfono con sus familias antes de que, según la versión oficial, en un acto heroico redujeran a los secuestradores y evitaran que impactara en el Capitolio o en la mismísima Casa Blanca. Sin embargo, personalidades diplomáticas de Estados Unidos y de la Unión Europea están persuadidas de que realmente el avión fue derribado para impedir que se estrellara contra la residencia del presidente.
Tal vez la explicación de este boom editorial y mediático la tenga Rudolf Stoeber, profesor de Comunicación de la universidad alemana de Bamberg, que considera al 11-S como un hecho totalmente irracional mientras que los humanos necesitamos y buscamos a todo una respuesta racional.
LIBROS
“La gran impostura” Thierry Meyssan, La Esfera de los Libros
“Le Pentagate”
Thierry Meyssan, ed., Éditions Carnot
“Verschwörungen, Versch-wörungstheorien und die Geheim-nisse des 11.9” (Conspiraciones, teorías conspirativas y los secretos del 11-S)
Mathias Bröckers, Zweitausendeins
“Die CIA und der 11.September: Internationaler Terror und die Rolle der Geheimsdientse” (La CIA y el 11-S: el terror internacional y el rol de los servicios secretos)
Andreas von Bülow, Piper Verlag
“Falten, Fäls-chungen und die unterdrückten Beweise des 11.9” (Hechos, falsificaciones y evidencias censuradas del 11-S)
Mathias Bröckers y Andreas Hauss, Zweitausendeins
“La sospecha: el complot que amenaza la sociedad actual” Isabel Pisano, Belacqua
“Operation 9/11: Angriff auf den Globos” (Operación 11-S: ataque contra el Globo) Gerhard
Gerhard Wisnewski, Droemer / Knaur
“11-S. Historia de una infamia: las mentiras de la ‘versión oficial"
Bruno Cardeñosa, Corona Borealis
“The war on freedom. How and why America was attacked, september 11, 2001”
Nafeez Mosaddeq Ahmed, The Institute for Policy Research and Development
“Jefe Atta: el secreto de la Casa Blanca”
Pilar Urbano, Plaza & Janés
...Y ALGUNAS WEBS
·
www.9-11commission.gov/archive/index.htm
·
www.wtc1.batcave.net/2.html
·
www.81x.com/green1/plane
·
www.physics911.org/net/
·
www.serendipity.li/wtc.html
·
www.cooperativeresearch.org/timeline/index.html
·
http://www.asile.org/citoyens/numero13/pentagone/%20erreurs_en.htm
·
www.perso.wanadoo.fr/ericbart/
·
www.serendipity.li/wot/aa11.htm
http://www.microsofttranslator.com/BV.aspx?ref=IE8Activity&a=http%3A%2F%2Fgovinfo.library.unt.edu%2F911%2Farchive%2Findex.htm%23reports
¿Y qué es eso en la panza del segundo avión segundos antes de estrellarse contra las torres? Aparece en varias fotos tomadas desde distintos puntos de vista, así que no se puede tratar de una ilusión óptica. |
De los algoritmos que se basan en la dirección del gradiente se han aplicado: SOBEL y PREWITT. Mientras que de los que se basan en la segunda derivada se ha considerado la Laplaciana de la Gaussiana.
De cada imagen se resumen los resultados en figura 1, figura 2 y figura 3.
11-S: la conspiración
Eduardo Martín de Pozuelo y Xavier Mas de Xaxàs
Una fiebre conspiratoria se ha instalado en Europa y América. Miles de ciudadanos de ambos continentes devoran cuanta información llega a su alcance sobre la posibilidad de que los atentados ocurridos en Estados Unidos el 11 de septiembre del 2001 no fueran obra del extremismo islámico sino parte de una conspiración interna sin precedentes.
Libros de los másdispares autores alcanzan ventas millonarias en Alemania, Francia y España al tratar sobre distintos aspectos de una supuesta conjura, alimentada por la falta de una sólida versión oficial. Obras y decenas de webs desmenuzan hasta el más mínimo detalle el atentado contra las Torres Gemelas del World Trade Center (WTC) de Nueva York o contra el Pentágono, para decirnos que lo que vimos atónitos por televisión en septiembre de hace dos años fue la expresión de la mayormaquinación de todos los tiempos y que ya es conocida como “Operation Pearl”.
“¿Es que los alemanes han entrado en una fase de paranoia aguda?”, se preguntaba “Le Monde” al constatar que su país vecino sucumbe ante la tesis de una conspiración y que Andreas von Bülow –ex secretario de Estado de Defensa, ex ministro de Investigación y Tecnología en el gabinete de Helmut Schmidt y parlamentario por el Partido Socialdemócrata (SPD) durante 25 años– es ya más conocido por su libro sobre la CIA y el 11-S que por su etapa en primera línea de la política alemana.
Tanto es así, que los semanarios germanos no pudieron evitar encuestar a sus conciudadanos para comprobar el estado de la cuestión.Resultado sorprendente: el 31 por ciento de los alemanes menores de 30 años no excluye de ninguna manera la mano del propio Gobierno norteamericano en tan dramáticos sucesos. Lacifra “decae” al19%cuando la encuesta se refiere a toda la población alemana, sin distinción de edad.
Von Bülow –que no oculta que desde su etapa de parlamentario piensa lo peor de los servicios secretos– lleva vendidos más de cien mil ejemplares de un trabajo en el que analiza desde un punto de vista muy particular los aspectos, a su juicio, “no creíbles” del 11-S para concluir que era imposible que la CIA no estuviera al corriente de los planes de Al Qaeda.Su tesis enlaza con el hecho, reconocido por la Administración Bush, de que la CIA y el FBI no compartieron toda la información que tenían sobre el peligro de un gran atentado. Sin embargo, Von Bülow va un poco más lejos e implica al Mossad en el asunto y especula sobre la posibilidad de que los aviones que se estrellaron estuvieran pilotados por control remoto.
Sobre la gran ola conspiradora alemana se deslizan también otros autores que superan ampliamente la cifra de 100.000 libros vendidos. Se trata de Mathias Bröckers y de Gerhard Wisnewski: el primero, un viejo periodista del diario berlinés “Die Taz”, y el segundo, un colaborador habitual de ZDF, la segunda cadena de televisión alemana. Bröckers sostiene que los pilotos suicidas de aquellos aviones están todavía vivos, mientras que Wisnewski, que goza de mayor credibilidad, pone en cuestión todo el asunto del 11-S y expone la teoría de que los edificios del WTC fueron derribados con explosivos colocados en su interior. Lo cierto es que cada vez que surge el asunto, el vídeo de la caída del edificio número 7 –el que se hundió después de las Torres–, emerge entre los adeptos a la intriga como prueba irrefutable de una voladura controlada.
Pero si Alemania reúne un potente plantel de descreídos oficiales, de Francia parten las obras de mayor impacto mundial. El mentor es Thierry Meyssan, impulsor de una organización virtual autodenominada “red Voltaire” que aglutina a periodistas, políticos y profesionales de diversos campos incondicionales de la confabulación y autor de “La gran impostura” y “Le Pentagate” en los que niega que un avión civil pilotado porunsuicida se estrellara contra el Pentágono, en favor de la tesis de un misil. En España, Pilar Urbano en su libro “Jefe Atta” también muestra incredulidad a este respecto.
Un análisis de las teorías conspirativas muestra que una parte sustancial del asunto gira en torno a los aviones secuestrados por los comandos de Al Qaeda. Básicamente o se niega que los que se estrellaron fueran los mismos que secuestraron aquella mañana –de modo que habría habido unasustitución de aeronaves– o se afirma que hubo explosivos y misiles militares en la causa.
Respecto al primer avión que se estrelló y del que sólo hay dos filmaciones conocidas, ambas lejanas y poco precisas, los autores ponen en duda que se tratara deunBoeing y apuntan la idea de unmisil o de un avión más pequeño. En cuanto al segundo aparato –el que impactó contra la Torre Sur– se da el caso de que una serie de reportajes publicados en “La Vanguardia” han incrementado las dudas. En los sitios de Internet que tratan sobre el asunto ya lo han bautizado en inglés como “el avión preñado” en referencia a las extrañas protuberancias que se aprecian sobre su fuselaje y que desveló este diario.
Las teorías conspirativas alcanzan su máxima expresión cuando abordan el ataque al Pentágono y el caso del avión desintegrado en Pensilvania. El vuelo 77 de American Airlines despegó de Washington a las 8.20 horas de la mañana con destino Los ngeles. Media hora después los controladores perdieron su pista y casi cuarenta minutosmástarde la Fuerza Aérea recibió la orden de ir a buscarlo. Hacía media hora que las Torres Gemelas habían sido alcanzadas. Alas 9.38 horas del 11 de septiembre de 2001, dos minutos antes de que llegaran los cazas, el AA-77 se estrelló contra el Pentágono, abriendo unboquete reducido, similar al que podría haber producido un misil. Las cámaras de seguridad no captaron al avión y en ese mismo instante comenzó la incredulidad, nació la idea de la conspiración y afloraron las preguntas que contesta Thierry Meyssan a su criterio: Si los pilotos no eran expertos, ¿cómo pudieron efectuar un giro tan cerrado? ¿Por qué no se ven restos del Boeing en las fotos? ¿Por qué las cámaras de seguridad del Pentágono no captan al avión? ¿Por qué los daños son tan precisos...?
Falta de respuestas
La falta de una contundente versión oficial que responda a tantas preguntas –hay una web que, jugando con la fecha del ataque, plantea 911 dudas– alienta las teorías de la conspiración. Muchas de las incógnitas expuestas por los autores citados pueden ser fruto del oportunismo o de la imaginación, incluso bienintencionada, de los amigos de lo extraño. Sin embargo, la comisión federal de investigación ha denunciado el oscurantismo que practica la Administración Bush. Cabe la posibilidad de que el Gobierno norteamericano no tenga las respuestas que se le exigen y que alguna de las que conozca no las difunda por no hacer más doloroso el recuerdo de aquel día. Es más que probable que así sea respecto al avión estrellado en Pensilvania, aquel Boeing desde el que varios pasajeros lograron hablar por teléfono con sus familias antes de que, según la versión oficial, en un acto heroico redujeran a los secuestradores y evitaran que impactara en el Capitolio o en la mismísima Casa Blanca. Sin embargo, personalidades diplomáticas de Estados Unidos y de la Unión Europea están persuadidas de que realmente el avión fue derribado para impedir que se estrellara contra la residencia del presidente.
Tal vez la explicación de este boom editorial y mediático la tenga Rudolf Stoeber, profesor de Comunicación de la universidad alemana de Bamberg, que considera al 11-S como un hecho totalmente irracional mientras que los humanos necesitamos y buscamos a todo una respuesta racional.
LIBROS
“La gran impostura” Thierry Meyssan, La Esfera de los Libros
“Le Pentagate”
Thierry Meyssan, ed., Éditions Carnot
“Verschwörungen, Versch-wörungstheorien und die Geheim-nisse des 11.9” (Conspiraciones, teorías conspirativas y los secretos del 11-S)
Mathias Bröckers, Zweitausendeins
“Die CIA und der 11.September: Internationaler Terror und die Rolle der Geheimsdientse” (La CIA y el 11-S: el terror internacional y el rol de los servicios secretos)
Andreas von Bülow, Piper Verlag
“Falten, Fäls-chungen und die unterdrückten Beweise des 11.9” (Hechos, falsificaciones y evidencias censuradas del 11-S)
Mathias Bröckers y Andreas Hauss, Zweitausendeins
“La sospecha: el complot que amenaza la sociedad actual” Isabel Pisano, Belacqua
“Operation 9/11: Angriff auf den Globos” (Operación 11-S: ataque contra el Globo) Gerhard
Gerhard Wisnewski, Droemer / Knaur
“11-S. Historia de una infamia: las mentiras de la ‘versión oficial"
Bruno Cardeñosa, Corona Borealis
“The war on freedom. How and why America was attacked, september 11, 2001”
Nafeez Mosaddeq Ahmed, The Institute for Policy Research and Development
“Jefe Atta: el secreto de la Casa Blanca”
Pilar Urbano, Plaza & Janés
...Y ALGUNAS WEBS
·
www.9-11commission.gov/archive/index.htm
·
www.wtc1.batcave.net/2.html
·
www.81x.com/green1/plane
·
www.physics911.org/net/
·
www.serendipity.li/wtc.html
·
www.cooperativeresearch.org/timeline/index.html
·
http://www.asile.org/citoyens/numero13/pentagone/%20erreurs_en.htm
·
www.perso.wanadoo.fr/ericbart/
·
www.serendipity.li/wot/aa11.htm
¿Quién dejó escapar a los saudís después del 11-S?
Por Jeffrey J. Connaughton (original:
The Boston Globe, 30 de septiembre de 2003)
LAS LIBERTADES CIVILES en tiempos del terrorismo requieren un cuidadoso balance entre la preservación de importantes derechos de todos los americanos y la necesidad de leyes que permitan investigar y prevenir ataques terroristas. La necesidad de un estándar equilibrado es especialmente evidente en la demanda al congreso del presidente Bush de más poderes legislativos para poder investigar a los sospechosos de terrorismo, mientras quedan abiertas preguntas como por qué la Casa Blanca y el FBI permitieron a 140 saudís (inclusive dos docenas de parientes de Osama bin Laden) salir a toda prisa de los Estados Unidos.
Durante los primeros días después del 11 de septiembre de 2001, mientras los aeropuertos estaban cerrados a otros vuelos, prohibiendo que ciudadanos americanos entraran a su propio país, los parientes de bin Laden sí que podían salir. El Departamento de Justicia y el inspector general del FBI deberían investigar por qué estas obvias “personas de interés” estuvieron autorizadas a salir del país sin haber sido seriamente interrogadas.
¿Por qué el pueblo americano debería confiar en una administración Bush con mayores poderes policiales si ésta se niega a contestar la pregunta de por qué la familia de bin Laden pudo escapar? Como dijo el senador de Nueva York, Charles Schumer, el 11-S era demasiado reciente para que el FBI ni tan siquiera supiera qué tipo de preguntas hacer, y menos aún para decidir definitivamente que cada saudí y pariente de bin Laden merecía un “todo en regla”, dejando de estar a disposición para ser interrogados.
El pueblo americano merece respuestas a las siguientes preguntas:
- ¿A quién llamaron los saudís para que el gobierno aprobara los vuelos?
- ¿Quién en el gobierno coordinó las autorizaciones para los vuelos?
- ¿Recibió el FBI informaciones de la Casa Blanca sobre la urgencia de permitir a estos individuos abandonar el país?
- ¿Expresaron los responsables del Departamento de Justicia reservas o objeciones con respecto a estas decisiones?
- ¿Contactaron algunos americanos con el gobierno de los EEUU para acelerar las autorizaciones de los vuelos?
En agudo contraste con el tratamiento especial recibido por estos saudís, el Presidente Bush y el Departamento de Justicia han retado repetidamente al Congreso y los Tribunales Federales para encrudecer las leyes al máximo con tal de poder actuar contra los sospechosos de terrorismo. Después de los ataques, cientos de árabes fueron encarcelados durante meses sin acceso a los abogados. El Departamento de Justicia ha reconocido que ni siquiera los Tribunales Federales están en condiciones de obligar constitucionalmente a alguien a testificar cuando ha sido declarado unilateralmente “enemigo combatiente”.
El Fiscal General John Ashcroft tuvo que defenderse a izquierda y derecha contra las acusaciones de que el Departamento de Justicia ha aplicado el “Patriot Act” de modo abusivo. Recientemente, Bush ha pedido al Congreso que permita citar a sospechosos de terrorismo sin orden judicial y denegarles la libertad bajo fianza, y de aplicar la pena capital federal a los terroristas condenados.
Los responsables del FBI afirman que sus agentes interrogaron a los parientes de bin Laden antes de que la Casa Blanca autorizada su salida del país. Pero Dale Watson, ex jefe del contraterrorismo del FBI, dijo que los saudís que abandonaron el país “no fueron sometidos a entrevistas o interrogatorios serios."
El Secretario de Estado, Colin Powell, admitió que los vuelos habían sido “coordinados por el gobierno”, pero no ofreció detalles sobre la implicación del FBI. Por el otro lado, el Vicepresidente Cheney dijo no tener conocimiento de los vuelos, “pero un gran número de gente de esta parte del mundo abandonó el país poco después del 11-S porque estaba preocupada por la reacción del público aquí en los EE.UU. o que podrían ser discriminados.”
Este doble patrón es una bofetada al sentido común. Si los vuelos de los saudís después del 11-S hubieran sido autorizados durante el gobierno de Clinton, tanto los republicanos como los demócratas hubieran estado furiosos y sin duda hubieran exigido una investigación parlamentaria. Algunos republicanos hubieran hecho lo imposible para acusar a Clinton de traición.
Los ataques del 11 de septiembre de 2001 han cambiado este país, y necesitamos equipar a la ley con las herramientas necesarias para combatir el terrorismo eficazmente. Pero dos años de silencio por parte de la administración Bush sobre estos vuelos de los saudís son suficientes.
El Congreso debería negarle a la administración mayores competencias policiales mientras el Departamento de Justicia no haya aceptado a realizar una investigación sobre las circunstancias de la autorización del gobierno de dejar volar a la familia de bin Laden.
Jeffrey J. Connaughton fue asesor especial del consejo de la presidencia de 1994 a 1995.
Cuánto más pasa el tiempo, más extraños parecen los acontecimientos del 11-S. ¿Por que los cazas tardaron tanto tiempo a lanzarse, con cuatro aviones secuestrados fuera de control sobre los cielos estadounidenses? En los viejos tiempos cuando un hombre era un Hombre y los rusos eran Soviéticos la normativa era tener los cazas en el aire dentro de cinco minutos después del secuestro de un avión.
¿Quién contrató los vuelos que sacaron a 140 saudís prominentes que residían en los Estados Unidos, incluyendo una veintena de familiares de bin Laden, mientras todos los vuelos comerciales fueron prohibidos durante tres días?
Un montón de dudas.
Conmoción y Pavor, así que quizás no prestamos suficiente atención. Rebobinemos la cinta. Pasémosla despacito. Mirémosla otra vez desde el comienzo. Esto es precisamente lo que han hecho unos periodistas de La Vanguardia, aquí en Barcelona.
Los misteriosos reflejos del 11-S
Foto: CARMEN TAYLOR / CNN
SIN EXPLICACIN. A décimas de segundo para que el Boeing se estrelle contra la torre sur, las cámaras de televisión que siguen al aparato registran en su panza una forma que se diría una protuberancia. |
Dos años y medio después del 11-S, persisten muchas dudas sobre las circunstancias que rodearon los atentados contra las Torres Gemelas. Una de esas incógnitas se refiere a la naturaleza de unas formas omanchas que pueden observarse en el fuselaje del avión que se estrelló contra la torre sur del World Trade Center. “La Vanguardia” preguntó por las manchas a Boeing, que alegó no poder contestar por motivos de seguridad nacional y se remitió a la comisión independiente que desde el 31 de marzo indaga lo sucedido..
En las imágenes congeladas de las distintas filmaciones del tramo final del vuelo 175 de United Airlines se pueden apreciar tres extrañas formas, que los técnicos aeronáuticos consultados no aciertan a explicar. Se trata de dos formaciones alargadas, situadas sobre la parte inferior del fuselaje, hacia la proa y hacia la popa del aparato. Hay una tercera, aparentemente piramidal, ubicada en la panza, casi en el centro del avión. El departamento de aviación comercial de Boeing, con sede en Seattle, examinó las fotografías durante diez días y, tras anunciar una explicación sobre el fenómeno, declinó pronunciarse sobre lo que veía. Finalmente, una portavoz manifestó que Boeing no podía opinar “por razones de seguridad” y por no haber participado oficialmente en la investigación de los atentados.
Varios ingenieros aeronáuticos de centros oficiales españoles no han encontrado una explicación clara sobre los brillos o formas que se observan en el avión secuestrado. En cambio, un análisis digital de detección de contornos de las fotos, efectuado en la Escola Universitària Politècnica de Mataró, concluye que los “objetos que se advierten no pueden ser debidos a sombras provocadas por el ángulo de incidencia del sol sobre el avión porque siempre aparecen con la misma forma y tamaño, aunque sí con distinta luminosidad”. Para llegar a ese resultado, las fotografías fueron sometidas a un procesado digital de imagen “que diera respuesta a los cambios de luminancia” que se aprecian a simple vista y que, en principio, no tienen sentido, dado que el fuselaje de los aviones comerciales es cilíndrico y liso, según se expone en el citado informe técnico.
Su autora, con una dilatada experiencia profesional en procesado digital de imágenes, redes neuronales artificiales y biometría, señala en su informe que a cada una de las fotos se le aplicó “el mismo tratamiento utilizando tres algoritmos estándares del procesado digital de imágenes”, cuyos datos técnicos desarrolla profusamente en el dossier. Tras aclarar que “las imágenes estudiadas tienen distintos ángulos de observación”, establece que “los objetos detectados presentan a su alrededor distinta luminancia por tener relieve” y añade que “esta es la única explicación posible”, para matizar finalmente que “los objetos detectados se distinguen perfectamente del tren de aterrizaje”.
La reconstrucción de los hechos que precedieron al terrorífico atentado contra la segunda torre, indican que los preparativos del vuelo de United AirlinesUA-175 que cubre la ruta entre Boston y Los ngeles fueron rutinarios en la mañana del 11 de septiembre del 2001. El avión, un B-767-222, matrícula N612UA, abandonó la terminal de United en el aeropuerto Logan International a las 7.58 horas y a las 8.15 ya estaba en el aire. A bordo iban 56 pasajeros, incluidos cinco terroristas de Al Qaeda, armados con cortaplumas. El capitán era Victor Saracini, de 50 años, ex piloto de la Navy.
El aparato siguió la ruta habitual hasta las 8.47, cuando, a la altura del puente George Washington, que une la parte norte de Manhattan con Nueva Jersey por encima del río Hudson, efectuó un brusco viraje a la izquierda. Los secuestradores, después de degollar a varias azafatas, se habían hecho con la cabina de mando. Durante doce minutos, el Boeing estuvo sobrevolando la orilla oriental del Hudson hasta que realizó otro giro muy cerrado hacia la izquierda. Delante tenía la torre sur del World Trade Center, contra la que impactó a las 9.03 horas.
En ese momento, las cámaras de televisión retransmitían en directo un incendio en la torre norte, provocado por el impacto de un B-767 de American Airlines que se había producido a las 8.48 horas. Millones de espectadores pudieron ver en directo cómo el UA-115 entraba en la torre sur, entre los pisos 78 y 84, y provocaba una explosión mucho más potente que la causada minutos antes por el avión de American Airlines.
La investigación oficial de la Administración Federal de Aviación determinó que el Boeing chocó contra el edificio a 937 kilómetros por hora. Por su parte, un estudio del InstitutoTecnológico de Massachusetts estableció una velocidad de 859 kilómetros por hora en el momento del impacto.
Ninguna de las dos investigaciones mencionó que hubiera alguna forma extraña adosada al avión. Sus conclusiones forman parte del medio millón de documentos que sirven de partida a los diez miembros de la comisión nacional que están revisando las causas de los atentados.
La comisión empezó sus trabajos en el edificio de aduanas del puerto de Nueva York. Su objetivo es proseguir con la investigación que inició el comité de inteligencia conjunta Senado-Cámara de Representantes. Antes de traspasar las competencias a la comisión nacional, el comité identificó varios fallos humanos y de organización que dificultaron la labor de los servicios de inteligencia para prevenir los atentados. Entonces, la Casa Blanca intentó que el ex secretario de Estado, Henry Kissinger, presidiera la comisión. Al no conseguirlo cortó la financiación y a la comisión todavía no han llegado los once millones de dólares que ha presupuestado para su trabajo. La comisión, que cuenta con el apoyo de los partidos demócrata y republicano, deberá presentar sus conclusiones al Congreso en mayo del 2004. Las familias de las 2.798 personas que murieron el 11-S, 1.095 de las cuales estaban en la torre sur del World Trade Center de Nueva York, esperarán hasta entonces respuestas concretas sobre la ejecución del mayor ataque que ha sufrido Estados Unidos.
Bush es acusado de obstruir la investigación sobre el 11-S
Varios congresistas demócratas y republicanos han acusado a laAdministración Bush de obstruir la investigación sobre el 11-S y de censurar la publicación del contenido de la ya efectuada. Sospechan que el Gobierno quiere “tapar” errores propios y evitar revelaciones embarazosas sobre países aliados como Arabia Saudí.
PRECEPTO DOMINICAL. Bush y su esposa a su llegada a la iglesia para asistir a los servicios religiosos del domingo
Foto: CHARLES DHARAPAK/AP |
El 11-S no sólo fue el mayor trauma colectivo sufrido por el alma estadounidense. Los atentados pusieron al descubierto las deficiencias de la gigantesca burocracia de espionaje y seguridad de la superpotencia, con la CIA y el FBI a la cabeza. Hurgar en esta segunda herida resulta muy incómodo y elGobierno Bush se resiste.Varios congresistas de peso, la mayoría demócratas pero también algún republicano, han acusado a la Administración de estar obstruyendo la investigación en marcha y de impedir que se divulgue al gran público los datos que ya se conocen.
Los reproches a la Casa Blanca fueron efectuados en una reciente comparecencia de senadores ante la comisión nacional que investiga los atentados, un órgano dirigido por el republicano Thomas Kean, ex gobernador de Nueva Jersey, que asumió el cargo después de la renuncia del veterano Henry Kissinger.
“El pueblo norteamericano se merece saber la verdad total y objetiva de la mejor manera que se haya constatado, y por desgracia no la hemos recibido”, dijo el senador Joseph Lieberman, de Connecticut, precandidato a la presidencia. Su colega de Florida BobGraham, también aspirante a la nominación demócrata, se sumó a las quejas con su habitual vehemencia. “Ignorar los hechos simplemente porque incomodan a algunas personas y porque pueden perjudicar objetivos políticos a corto plazo impedirá que los norteamericanos conozcan la verdad sobre el 11-S”, denunció. El senador instó a la comisión investigadora a que indague “con vigor los vínculos entre gobiernos extranjeros y los terroristas del 11-S”. El republicano John McCain, republicano pero muy independiente en sus opiniones, advirtió de la amenaza del “obstruccionismo burocrático”.
Además de las críticas a la investigación, se acusa a la Administración de estar bloqueando la publicación completa del informe de 800 páginas que elaboró el Congreso sobre los atentados. La censura gubernamental es pintoresca, ya que parte de la información está ya accesible en la propia web de la CIA.
Agujeros en la seguridad
Según Newsweek,los pasajes más delicados que la Administración se niega a desclasificar hacen referencia a las reuniones informativas diarias de Bush con los jefes de la CIA y del FBI antes del 11-S y a las evidencias sobre las conexiones entre Al Qaeda y las autoridades saudíes. Entre los documentos más comprometidos está el de la reunión –“president's daily brief” (PDB), en la jerga de la Casa Blanca– del 6 de agosto del 2001, cuando se informó a Bush de que se habían detectado planes para el secuestro de aviones en EE.UU. La Casa Blanca niega que haya censura política y alega razones de seguridad nacional.
En la comisión que preside Kean han efectuado declaraciones impactantes personas ajenas a la política. Por ejemplo, Bogdan Dzakovic, que trabaja en la Federal Aviation Administration y se ocupó durante años de detectar agujeros en la seguridad de los aeropuertos, subrayó que “el sistema estaba diseñado para fallar” y que los secuestradores del 11-S, armados con cuchillas para cortar moqueta, mostraron cuán simple era burlar la seguridad. La base de su éxito no fue la sofisticación, sino la simplicidad, y eso era el aspecto más vulnerable. Dzaskovic admitió que, desde los atentados, se han hecho muchas mejoras, pero él no se siente seguro volando porque la protección ante el terrorismo es insuficiente. “Lo que sé es que si un terrorista quiere, puede colarse en el sistema”, apuntilló.
Boeing no aclara el enigma del segundo avión
La investigación federal sobre el 11-S, frenada por la actitud de la Casa Blanca
La empresa aeronáutica recibe centenares de preguntas sobre el ataque terrorista
Han pasado casi dos años del 11-S pero no se sabe casi nada sobre los detalles del mayor ataque de la historia contra Estados Unidos. La comisión federal que investiga el fallo de seguridad que propició los atentados en Washington y Nueva York se queja abiertamente, no sólo de falta de recursos, sino, incluso de estar siendo intimidada por la Casa Blanca para que no llegue al fondo de la verdad. Esta falta de transparencia ha llevado esta semana a “The New York Times” a comparar a la Administración Bush con el Kremlin soviético.
La versión oficial sigue siendo que un grupo de 19 terroristas, dirigido por Mohamed Atta, un hombre de Al Qaeda, fue capaz de secuestrar cuatro aviones comerciales y estrellar dos contra las Torres Gemelas, uno contra el Pentágono y provocar el accidente del otro en un bosque de Pennsylvania cuando iba camino de Washington. La vida de los terroristas en losmeses previos a los atentados es pública y está bien documentada, pero no hay casi nada sobre las investigaciones previas y posteriores de las agencias americanas de seguridad, sobre los informes diarios que la CIA prepara para el presidente o sobre las reuniones del Consejo Nacional de Seguridad.Tampoco se sabe qué relación había entre dichas agencias. La comisión federal, que debe acabar su trabajo en mayo del año próximo, acusa al Pentágono y al Departamento de Justicia (de quien depende el FBI) de negar información vital y de colocar a un funcionario en todas las entrevistas que realizan para intimidar a los testigos.
Estas cortapisas impiden obtener –entre otros datos– agua clara sobre la posiblemanipulación o no del fuselaje del avión que se estrelló contra la torre sur del World Trade Center, circunstancia sobre la que ya informábamos en nuestra edición del pasado 22 de junio. Cuando “La Vanguardia” preguntó a la sede central de Boeing en Seattle sobre las extrañas formas que se aprecian en las fotografías, la portavoz de la compañía ofreció su total colaboración para esclarecer el asunto. Sin embargo, después de haberlas estudiado durante días, Boeing –cuyos ingenieros forman parte de la investigación oficial– declinó ofrecer su opinión aduciendo razones de seguridad nacional.
Dos de las instantáneas que revisaron los ingenieros de Boeing –enviadas a Seattle vía Internet tal comose acordó con la compañía– corresponden a una toma lateral de los últimos momentos del vuelo. Al confirmar su recepción, la portavoz comunicó que darían respuesta a la duda planteada y explicó que desde el ataque reciben centenares de preguntas procedentes de todo el mundo sobre diversos aspectos del atentado. La mayoría de las dudas –informó– se refieren al Boeing que se estrelló contra el Pentágono y cuya existencia ha sido negada por un investigador francés autor de varios best-séllers sobre el tema. A este respecto, Boeing afirmó rotundamente y sin vacilaciones que fue uno de sus aviones el objeto que impactó contra el emblemático edificio militar. Sin embargo, esa firmeza no se ha repetido en las reiteradas ocasiones que “La Vanguardia” ha requerido a Boeing explicación razonable sobre las manchas que aparecen en el aparato que impactó contra la torre sur del World Trade Center de Nueva York.
Los referidos fotogramas han sido objeto de un análisis digital de detección de contornos elaborado en la Escola Universitària Politècnica de Mataró. El estudio determinó que lo que se ve sobre el avión son formas o volúmenes y no reflejos, lo que podría sugerir que el aparato llevaba adosado al impactar algún ingenio desconocido, cuya naturaleza obviamente entra de lleno en el terreno de las hipótesis. Una posibilidad es que, pese a los análisis, las formas en cuestión se deban a un fenómeno óptico. La otra es que los terroristas hubieran añadido algo al avión para incrementar su efecto destructivo. La muy notable falta de seguridad en el aeropuerto Logan de Boston, de donde partieron los dos Boeing que destruyeron las torres, refuerza esta posibilidad. La manipulación del fuselaje, sin embargo, hubiera requerido la participación de más terroristas que los detectados. No obstante, la hipótesis de que los kamikazes de Al Qaeda contaran con más ayuda sobre el terreno se planteó entre los especialistas en terrorismo el mismo 11-S, pero nunca ha sido probada.
Extrañas sombras del 11-S
Foto: THE NEW YORK TIMES
Hay una sombra extraña en el centro del fuselaje del avión que se estrelló contra la torre sur del WTC |
“The New York Times” publicó el domingo una imagen inédita del atentado contra la torre sur del World Trade Center (WTC) el 11 de septiembre del 2001. Extraída de un vídeo realizado por Pavel Hlava, un inmigrante checo, se aprecia el Boeing 767 de United Airlines justo antes del impacto. En la parte central del fuselaje aparece una sombra similar a la que producen los dos motores. “La Vanguardia” publicó los pasados meses de junio y julio dos informaciones que llamaban la atención sobre sombras como la que se aprecia en este vídeo. Un análisis realizado por la Escuela Universitaria Politécnica de Mataró concluyó que las sombras “no pueden ser provocadas por el ángulo de incidencia del sol sobre el avión (...). Los objetos detectados tienen a su alrededor distinta luminancia por tener relieve. Ésta es la única explicación posible”. Boeing, aludiendo razones de seguridad, no ha querido comentar si había algo adosado al fuselaje. El mismo silencio guarda la Administración norteamericana.
Por qué no se opina sobre misterios
Foto: CARMEN TAYLOR / CNN
Una de las imágenes objeto de atención |
El pasado 13 de julio los periodistas Eduardo Martín de Pozuelo y Xavier Mas deXaxàs publicaron en la página 6 de La Vanguardia, un segundo informe sobre los misteriosos reflejos o formas de origen desconocido observados en fotogramas y fotografías del avión estrellado el 11-S contra la torre sur del World Trade Center, en la ciudad de Nueva York.
TLa primera información sobre este asunto elaborada por los citados periodistas apareció en la página 4 de La Vanguardia el domingo 22 de junio del 2003. Diversos lectores mostraron interés por el tratamiento periodístico del enigma planteado. Extracto la carta de uno de ellos, José Luis Ruiz. Dice: “Me cuesta imaginarme cómo es posible que el avión de la foto tenga ‘objetos’ adosados al fuselaje que reflejan el sol. ¿Se supone que debemos entender que los secuestradores salieron del avión en pleno vuelo y ‘colocaron objetos’? ¿O se supone que despegó de Logan con dichos objetos adosados?”.
Y añade el lector: “Supongo que en el aeropuerto de alguna república bananera será fácil, sobornando a una docena de personas, hacer despegar un avión de pasajeros con ‘bultos’ en el fuselaje, pero en Logan, por muy inseguro que sea el aeropuerto, me da la sensación de que con una docena de sobornos no sería suficiente. ¿Qué debemos pensar? ¿Debo imaginar que los firmantes del artículo no se han hecho las mismas preguntas que yo me hago? ¿O debo suponer que no se atreven a plasmar sus propias opiniones por lo que ellas conllevan?”.
Es lógico que los lectores pidan un mayor compromiso de los periodistas en la interpretación de los datos, pero el deber profesional impide convertir en información las opiniones personales, sobre todo cuando son sobre hipótesis generadas por un misterio. Así lo justifica el periodista Eduardo Martín de Pozuelo: “Hemos tratado de informar lo más fríamente posible, ofreciendo al lector todos los datos disponibles sobre el asunto para que él mismo sacara sus propias conclusiones. Voluntaria y expresamente, hemos evitado que nuestra opinión formase parte de la información, ya que Xavier Mas de Xaxàs y yo creemos que opinión e información no pueden ni deben mezclarse”.
Amplían así este principio: “Obviamente Xavier y yo tenemos nuestras hipótesis formadas sobre el asunto y, naturalmente, nos hemos hecho el mismo tipo de preguntas que el lector se formula y que son, precisamente, las que hemos trasladado a las fuentes que mencionamos en la información. Pero el lector estará de acuerdo con nosotros en que todos esos interrogantes que se plantea se desprenden de un enigma central: ¿qué es lo que se ve sobre el fuselaje del vuelo 175? Que no duden los lectores que seguimos investigando sobre el asunto, que les mantendremos informados de cualquier novedad contrastada que se produzca al respecto y que no incluiremos nuestras opiniones en un texto informativo”. Correcto.
INFORMACIN Y OPININ deben presentarse estrictamente diferenciadas. Este principio radical es uno de los pilares de la doctrina periodística anglosajona. Pero la preceptiva redaccional del periodismo de influencia francesa incluye también el género interpretativo, aquel que combina hechos y datos con evaluaciones, explicaciones e impresiones del autor del trabajo. Es el género a cuyo estilo se acogen las crónicas, los reportajes y los análisis periodísticos. En la prensa europea es un género muy arraigado.
Y arriesgado. Sobre los riesgos de que los informadores se excedan en la interpretación de datos y entren en el terreno de la opinión han llegado cartas con quejas de dos lectores. La de Christian Comes sobre la pieza titulada “Cascos irrita” (3 de julio, en Vivir). Y la de Albert Esplugas Boter que reza así: “En una noticia publicada en La Vanguardia (24 de junio) se menciona que los jóvenes soldados norteamericanos desplegados en Iraq están ‘fatigados y deprimidos por estar lejos de los suyos’ y ‘afirman que no son una fuerza de mantenimiento de la paz y quieren regresar a casa’. Este alarmante dato no proviene de ningún tipo de encuesta, vastos indicios de malestar, comunicado oficial..., sino de unos lacónicos e informales comentarios de un oficial y tres soldados estadounidenses. No se trata precisamente de una muestra muy representativa. La Vanguardia ha hecho una extrapolación gratuita sobre una cuestión de notable gravedad. Irresponsabilidades periodísticas como ésta generan desinformación”.
Constaté que el texto objetado es de la agencia oficial francesa Afp. Es una de las grandes agencias informativas mundiales. Opera con la denominación de France Press (Afp) desde 1944, aunque tiene su origen en la agencia Havas, la más antigua del continente europeo, fundada en París en 1835.
El citado texto incluye declaraciones de unos soldados que son identificados, pero es abusivo que se generalice, aunque sea una agencia solvente. El redactor de la agencia debía haber escrito “unos” en lugar de “los” soldados norteamericanos. Era lo correcto.
El caso comenzó con las sospechas de un lector
Foto: CARMEN TAYLOR / CNN
Una de las fotos que fueron analizadas |
Una mañana del pasado febrero entró un joven lector en la sede de LaVanguardia.es con una noticia en ciernes que él intuyó al mirar con atención fotos y vídeos sobre el 11-S.
Hay lectores descubridores. Son lectores que tienen la oportunidad de aportar noticias. Dan una exclusiva a su diario. Es una iniciativa que se agradece. Estos lectores son eficaces periodistas espontáneos. Esto ha ocurrido en el caso del misterio del avión estrellado contra el World Trade Center de Nueva York el 11 de septiembre de 2001.
El lector que entró aquella mañana de invierno en la redacción de LaVanguardia.es con unas fotos bajo el brazo fue atendido por el redactor Josep Maria Calvet. El lector –que pide ampararse en el anonimato de sus iniciales (R.R.)– invitó al periodista a fijarse en unos detalles de las fotos: dos formas raras que aparecían bajo el avión.
Así arrancaron los trabajos periodísticos cuyos resultados salieron en “La Vanguardia” del 22 de junio y del 13 de julio de 2003, y que comenté, a petición de un lector, en la última crónica del pasado curso, la publicada el 27 de julio de 2003.
Una función del defensor del lector descrita en el estatuto de “LaVanguardia” es explicar el proceso seguido en la preparación, elaboración y publicación de un material periodístico que motive su intervención. En este caso concurren circunstancias que invitan a narrar la historia interna de estos reportajes.
¿Es una primicia de “La Vanguardia”? ¿Cómo se enteraron los periodistas de que había un misterio en el caso de ese avión?
Dos días después de aquella visita del lector R.R., la redacción de LaVanguardia.es se puso en contacto con Eduardo Martín de Pozuelo para que viera las fotos y emitiera su opinión sobre las manchas o formas advertidas en las imágenes del avión instantes antes de estrellarse contra el rascacielos.
En la redacción de LaVanguardia.es habían comprobado que las fotos no estaban manipuladas, y que coincidían con las custodiadas en los archivos del diario.Cierto. Había unas “manchas” o “formas” raras.
Martín de Pozuelo se puso manos a la obra. Se reunió con R.R. y con Calvet en la sede de LaVanguardia.es. Durante dos largas tardes repasaron juntos fotos, vídeos y todo el material gráfico que pudieron reunir sobre el ataque contra las torres de Nueva York. ¿A qué conclusiones llegaron?
Constataron una evidencia: la presencia de “manchas” en el fuselaje del avión. No podían determinar la naturaleza del detalle.
Martín de Pozuelo expone al defensor que entonces no estimó aún pertinente publicar nada sobre el caso. Faltaban datos y fuentes fiables. Dice sobre esas “manchas”:
“Me parecía un efecto óptico pero como no dejaba de ser una apreciación totalmente subjetiva mostré las fotos a los compañeros fotógrafos para que dieran su opinión como expertos en imagen. Sopesaban como yo la hipótesis de un efecto óptico y la de un objeto añadido”. Los periodistas perseveraron.
Consultaron a otra persona experta, la profesora Amparo Sacristán, especialista en procesado de imágenes y microelectrónica de la Universitat Politècnica de Catalunya. Su primer dictamen les animó a seguir en la investigación periodística. La doctora Sacristán sometió las fotos a un análisis digital, y concluyó que lo que se percibe en ellas son formas y no brillos. El resultado de esta nueva fase era sorprendente e inquietante.
Xavier Mas de Xaxàs, que era el corresponsal de “La Vanguardia” en Estados Unidos aquel 11 de septiembre de 2001, indagó en informaciones publicadas o no publicadas que pudieran aportar alguna luz. Recopiló datos sobre la falta de seguridad en el aeropuerto de Logan (Washington).
Al mismo tiempo, Martín de Pozuelo consultó a expertos en aviación. Entre ellos un ingeniero aeronáutico que nos pide no ser identificado, debido a su cargo. Durante toda una mañana analizó las fotos en “LaVanguardia”. Su dictamen reforzó la hipótesis de que había algo añadido al fuselaje.
Los dos periodistas que conducían la investigación no se conformaron, por supuesto. Eran escépticos. Decidieron dar otro paso para salir de dudas. Recurrieron a fuentes norteamericanas. La compañía Boeing, en Seattle, accedió a revisar las fotos y a dar sus conclusiones. Las fotos se enviaron por vía electrónica desde “La Vanguardia”.
Durante diez días, por teléfono y por correo electrónico, la compañía aérea contestaba a requerimiento de los dos periodistas de “La Vanguardia” que las fotos eran estudiadas por diversos departamentos de la empresa. Al final, desde Seattle llegó una frase sorprendente y enigmática: “No podemos decirles lo que es. Motivos de seguridad”.
En ese momento los dos periodistas consideraron que había elementos suficientes para informar a los lectores de “La Vanguardia”. Texto y fotos fueron entregados a la dirección del diario para que evaluase la conveniencia de publicar un primer reportaje. Salió el domingo 22 de junio. Causó impacto, incluso en Estados Unidos, donde una web especializada en el 11-S colgó la traducción de este trabajo de “La Vanguardia”.
Los dos reporteros preguntaron una vez más a Boeing: “¿Hay alguna novedad?”. Contestación: “No hay respuesta por razones de seguridad”. Una negativa que no disipa el misterio. Por eso siguen investigando.
11-S: la conspiración
Eduardo Martín de Pozuelo y Xavier Mas de Xaxàs
Una fiebre conspiratoria se ha instalado en Europa y América. Miles de ciudadanos de ambos continentes devoran cuanta información llega a su alcance sobre la posibilidad de que los atentados ocurridos en Estados Unidos el 11 de septiembre del 2001 no fueran obra del extremismo islámico sino parte de una conspiración interna sin precedentes.
Libros de los másdispares autores alcanzan ventas millonarias en Alemania, Francia y España al tratar sobre distintos aspectos de una supuesta conjura, alimentada por la falta de una sólida versión oficial. Obras y decenas de webs desmenuzan hasta el más mínimo detalle el atentado contra las Torres Gemelas del World Trade Center (WTC) de Nueva York o contra el Pentágono, para decirnos que lo que vimos atónitos por televisión en septiembre de hace dos años fue la expresión de la mayormaquinación de todos los tiempos y que ya es conocida como “Operation Pearl”.
“¿Es que los alemanes han entrado en una fase de paranoia aguda?”, se preguntaba “Le Monde” al constatar que su país vecino sucumbe ante la tesis de una conspiración y que Andreas von Bülow –ex secretario de Estado de Defensa, ex ministro de Investigación y Tecnología en el gabinete de Helmut Schmidt y parlamentario por el Partido Socialdemócrata (SPD) durante 25 años– es ya más conocido por su libro sobre la CIA y el 11-S que por su etapa en primera línea de la política alemana.
Tanto es así, que los semanarios germanos no pudieron evitar encuestar a sus conciudadanos para comprobar el estado de la cuestión.Resultado sorprendente: el 31 por ciento de los alemanes menores de 30 años no excluye de ninguna manera la mano del propio Gobierno norteamericano en tan dramáticos sucesos. Lacifra “decae” al19%cuando la encuesta se refiere a toda la población alemana, sin distinción de edad.
Von Bülow –que no oculta que desde su etapa de parlamentario piensa lo peor de los servicios secretos– lleva vendidos más de cien mil ejemplares de un trabajo en el que analiza desde un punto de vista muy particular los aspectos, a su juicio, “no creíbles” del 11-S para concluir que era imposible que la CIA no estuviera al corriente de los planes de Al Qaeda.Su tesis enlaza con el hecho, reconocido por la Administración Bush, de que la CIA y el FBI no compartieron toda la información que tenían sobre el peligro de un gran atentado. Sin embargo, Von Bülow va un poco más lejos e implica al Mossad en el asunto y especula sobre la posibilidad de que los aviones que se estrellaron estuvieran pilotados por control remoto.
Sobre la gran ola conspiradora alemana se deslizan también otros autores que superan ampliamente la cifra de 100.000 libros vendidos. Se trata de Mathias Bröckers y de Gerhard Wisnewski: el primero, un viejo periodista del diario berlinés “Die Taz”, y el segundo, un colaborador habitual de ZDF, la segunda cadena de televisión alemana. Bröckers sostiene que los pilotos suicidas de aquellos aviones están todavía vivos, mientras que Wisnewski, que goza de mayor credibilidad, pone en cuestión todo el asunto del 11-S y expone la teoría de que los edificios del WTC fueron derribados con explosivos colocados en su interior. Lo cierto es que cada vez que surge el asunto, el vídeo de la caída del edificio número 7 –el que se hundió después de las Torres–, emerge entre los adeptos a la intriga como prueba irrefutable de una voladura controlada.
Pero si Alemania reúne un potente plantel de descreídos oficiales, de Francia parten las obras de mayor impacto mundial. El mentor es Thierry Meyssan, impulsor de una organización virtual autodenominada “red Voltaire” que aglutina a periodistas, políticos y profesionales de diversos campos incondicionales de la confabulación y autor de “La gran impostura” y “Le Pentagate” en los que niega que un avión civil pilotado porunsuicida se estrellara contra el Pentágono, en favor de la tesis de un misil. En España, Pilar Urbano en su libro “Jefe Atta” también muestra incredulidad a este respecto.
Un análisis de las teorías conspirativas muestra que una parte sustancial del asunto gira en torno a los aviones secuestrados por los comandos de Al Qaeda. Básicamente o se niega que los que se estrellaron fueran los mismos que secuestraron aquella mañana –de modo que habría habido unasustitución de aeronaves– o se afirma que hubo explosivos y misiles militares en la causa.
Respecto al primer avión que se estrelló y del que sólo hay dos filmaciones conocidas, ambas lejanas y poco precisas, los autores ponen en duda que se tratara deunBoeing y apuntan la idea de unmisil o de un avión más pequeño. En cuanto al segundo aparato –el que impactó contra la Torre Sur– se da el caso de que una serie de reportajes publicados en “La Vanguardia” han incrementado las dudas. En los sitios de Internet que tratan sobre el asunto ya lo han bautizado en inglés como “el avión preñado” en referencia a las extrañas protuberancias que se aprecian sobre su fuselaje y que desveló este diario.
Las teorías conspirativas alcanzan su máxima expresión cuando abordan el ataque al Pentágono y el caso del avión desintegrado en Pensilvania. El vuelo 77 de American Airlines despegó de Washington a las 8.20 horas de la mañana con destino Los ngeles. Media hora después los controladores perdieron su pista y casi cuarenta minutosmástarde la Fuerza Aérea recibió la orden de ir a buscarlo. Hacía media hora que las Torres Gemelas habían sido alcanzadas. Alas 9.38 horas del 11 de septiembre de 2001, dos minutos antes de que llegaran los cazas, el AA-77 se estrelló contra el Pentágono, abriendo unboquete reducido, similar al que podría haber producido un misil. Las cámaras de seguridad no captaron al avión y en ese mismo instante comenzó la incredulidad, nació la idea de la conspiración y afloraron las preguntas que contesta Thierry Meyssan a su criterio: Si los pilotos no eran expertos, ¿cómo pudieron efectuar un giro tan cerrado? ¿Por qué no se ven restos del Boeing en las fotos? ¿Por qué las cámaras de seguridad del Pentágono no captan al avión? ¿Por qué los daños son tan precisos...?
Falta de respuestas
La falta de una contundente versión oficial que responda a tantas preguntas –hay una web que, jugando con la fecha del ataque, plantea 911 dudas– alienta las teorías de la conspiración. Muchas de las incógnitas expuestas por los autores citados pueden ser fruto del oportunismo o de la imaginación, incluso bienintencionada, de los amigos de lo extraño. Sin embargo, la comisión federal de investigación ha denunciado el oscurantismo que practica la Administración Bush. Cabe la posibilidad de que el Gobierno norteamericano no tenga las respuestas que se le exigen y que alguna de las que conozca no las difunda por no hacer más doloroso el recuerdo de aquel día. Es más que probable que así sea respecto al avión estrellado en Pensilvania, aquel Boeing desde el que varios pasajeros lograron hablar por teléfono con sus familias antes de que, según la versión oficial, en un acto heroico redujeran a los secuestradores y evitaran que impactara en el Capitolio o en la mismísima Casa Blanca. Sin embargo, personalidades diplomáticas de Estados Unidos y de la Unión Europea están persuadidas de que realmente el avión fue derribado para impedir que se estrellara contra la residencia del presidente.
Tal vez la explicación de este boom editorial y mediático la tenga Rudolf Stoeber, profesor de Comunicación de la universidad alemana de Bamberg, que considera al 11-S como un hecho totalmente irracional mientras que los humanos necesitamos y buscamos a todo una respuesta racional.
LIBROS
“La gran impostura” Thierry Meyssan, La Esfera de los Libros
“Le Pentagate”
Thierry Meyssan, ed., Éditions Carnot
“Verschwörungen, Versch-wörungstheorien und die Geheim-nisse des 11.9” (Conspiraciones, teorías conspirativas y los secretos del 11-S)
Mathias Bröckers, Zweitausendeins
“Die CIA und der 11.September: Internationaler Terror und die Rolle der Geheimsdientse” (La CIA y el 11-S: el terror internacional y el rol de los servicios secretos)
Andreas von Bülow, Piper Verlag
“Falten, Fäls-chungen und die unterdrückten Beweise des 11.9” (Hechos, falsificaciones y evidencias censuradas del 11-S)
Mathias Bröckers y Andreas Hauss, Zweitausendeins
“La sospecha: el complot que amenaza la sociedad actual” Isabel Pisano, Belacqua
“Operation 9/11: Angriff auf den Globos” (Operación 11-S: ataque contra el Globo) Gerhard
Gerhard Wisnewski, Droemer / Knaur
“11-S. Historia de una infamia: las mentiras de la ‘versión oficial"
Bruno Cardeñosa, Corona Borealis
“The war on freedom. How and why America was attacked, september 11, 2001”
Nafeez Mosaddeq Ahmed, The Institute for Policy Research and Development
“Jefe Atta: el secreto de la Casa Blanca”
Pilar Urbano, Plaza & Janés
...Y ALGUNAS WEBS
·
www.9-11commission.gov/archive/index.htm
·
www.wtc1.batcave.net/2.html
·
www.81x.com/green1/plane
·
www.physics911.org/net/
·
www.serendipity.li/wtc.html
·
www.cooperativeresearch.org/timeline/index.html
·
http://www.asile.org/citoyens/numero13/pentagone/%20erreurs_en.htm
·
www.perso.wanadoo.fr/ericbart/
·
www.serendipity.li/wot/aa11.htm
http://www.microsofttranslator.com/BV.aspx?ref=IE8Activity&a=http%3A%2F%2Fgovinfo.library.unt.edu%2F911%2Farchive%2Findex.htm%23reports
¿Y qué es eso en la panza del segundo avión segundos antes de estrellarse contra las torres? Aparece en varias fotos tomadas desde distintos puntos de vista, así que no se puede tratar de una ilusión óptica. |
PATRONAT MUNICIPAL DE L’ESCOLA
UNIVERSITARIA POLITÉCNICA DE MATARÓ
ANÁLISIS DE IMGENES DEL 11 DE SEPTIEMBRE 2001
Verificar la existencia de posibles objetos en la parte inferior del fuselaje del segundo avión en el atentado del 11 de Septiembre en Nueva York.
Las imágenes obtenidas del reportaje del atentado evidencian unos cambios de luminancia en la parte inferior del fuselaje. Debido a que todos los aviones comerciales tienen un fuselaje cilíndrico liso, en un principio, estas variaciones luminosas no tienen sentido.
Para explicar lo que se observa a simple vista se pasó a hacer un procesado digital de imagen que, sin alterar la información, diera respuestas a los cambios de luminancia.
OBJETIVOS DEL ANÁLISIS
MOTIVOS DEL ANÁLISIS
PROCESO DE ANÁLISIS
Las imágenes proporcionadas por el SR. R R fueron convertidas a niveles de gris, para poder realizar el proceso de manera más rápida. Y, para ser más efectivos, se recortó la imagen obteniendo sólo la región de interés (avión).
A cada una de las imágenes se le ha realizado el mismo tratamiento – detección de contornos – utilizando tres algoritmos estándares del procesado digital de imágenes:
- Algoritmos que detectan el contorno en la dirección del gradiente, aproximando la primera derivada de la función de la imagen.
- Algoritmos que detectan los cambios bruscos de intensidad en la imagen. La primera derivada de la función de la imagen tiene un máximo o mínimo en la posición del contorno y la segunda derivada será cero en la misma posición.
De los algoritmos que se basan en la dirección del gradiente se han aplicado: SOBEL y PREWITT. Mientras que de los que se basan en la segunda derivada se ha considerado la Laplaciana de la Gaussiana.
De cada imagen se resumen los resultados en figura 1, figura 2 y figura 3.
Figura 1: Existencia de dos objetos cilíndricos en la parte inferior del fuselaje.
Figura 2: Existencia de los mismos objetos cilíndricos (desde otro punto de observación).
Figura 3: Existencia de dos objetos cilíndricos en la parte inferior del fuselaje.
Las simulaciones se han realizado con funciones incorporadas en el ToolBox de Procesado de Imágenes del software Matlab 6 Release 12.
El mismo proceso se ha realizado sobre dos fotografías de un Boeing 767-300 y se han obtenido los resultados que se observan en figura 4 y figura 5.
Figura 4: Boeing 767-300 despegando.
Figura 5: Boeing 767-300 volando con el tren de aterrizaje desplegado .
CONCLUSIONES
Se ha realizado el mismo análisis en distintas imágenes. Las imágenes escogidas son fragmentos de fotografías del atentado del 11 de Septiembre y de un Boeing 767-300.
Las imágenes estudiadas tienen distintos ángulos de observación.
Los objetos cilíndricos detectados en las imágenes del 11 de Septiembre no aparecen en las del Boeing 767-300. Estos objetos no pueden ser debidos a sombras provocadas por el ángulo de incidencia del sol sobre el avión, porque siempre aparecen los objetos con la misma forma y tamaño, aunque sí con distinta luminosidad.
Los objetos detectados tienen a su alrededor distinta luminancia por tener relieve (esta es la única explicación posible).
Los objetos detectados se distinguen perfectamente del tren de aterrizaje.
Mataró, 26 de Marzo de 2003
11-S: la conspiración
Eduardo Martín de Pozuelo y Xavier Mas de Xaxàs
Una fiebre conspiratoria se ha instalado en Europa y América. Miles de ciudadanos de ambos continentes devoran cuanta información llega a su alcance sobre la posibilidad de que los atentados ocurridos en Estados Unidos el 11 de septiembre del 2001 no fueran obra del extremismo islámico sino parte de una conspiración interna sin precedentes.
Libros de los másdispares autores alcanzan ventas millonarias en Alemania, Francia y España al tratar sobre distintos aspectos de una supuesta conjura, alimentada por la falta de una sólida versión oficial. Obras y decenas de webs desmenuzan hasta el más mínimo detalle el atentado contra las Torres Gemelas del World Trade Center (WTC) de Nueva York o contra el Pentágono, para decirnos que lo que vimos atónitos por televisión en septiembre de hace dos años fue la expresión de la mayormaquinación de todos los tiempos y que ya es conocida como “Operation Pearl”.
“¿Es que los alemanes han entrado en una fase de paranoia aguda?”, se preguntaba “Le Monde” al constatar que su país vecino sucumbe ante la tesis de una conspiración y que Andreas von Bülow –ex secretario de Estado de Defensa, ex ministro de Investigación y Tecnología en el gabinete de Helmut Schmidt y parlamentario por el Partido Socialdemócrata (SPD) durante 25 años– es ya más conocido por su libro sobre la CIA y el 11-S que por su etapa en primera línea de la política alemana.
Tanto es así, que los semanarios germanos no pudieron evitar encuestar a sus conciudadanos para comprobar el estado de la cuestión.Resultado sorprendente: el 31 por ciento de los alemanes menores de 30 años no excluye de ninguna manera la mano del propio Gobierno norteamericano en tan dramáticos sucesos. Lacifra “decae” al19%cuando la encuesta se refiere a toda la población alemana, sin distinción de edad.
Von Bülow –que no oculta que desde su etapa de parlamentario piensa lo peor de los servicios secretos– lleva vendidos más de cien mil ejemplares de un trabajo en el que analiza desde un punto de vista muy particular los aspectos, a su juicio, “no creíbles” del 11-S para concluir que era imposible que la CIA no estuviera al corriente de los planes de Al Qaeda.Su tesis enlaza con el hecho, reconocido por la Administración Bush, de que la CIA y el FBI no compartieron toda la información que tenían sobre el peligro de un gran atentado. Sin embargo, Von Bülow va un poco más lejos e implica al Mossad en el asunto y especula sobre la posibilidad de que los aviones que se estrellaron estuvieran pilotados por control remoto.
Sobre la gran ola conspiradora alemana se deslizan también otros autores que superan ampliamente la cifra de 100.000 libros vendidos. Se trata de Mathias Bröckers y de Gerhard Wisnewski: el primero, un viejo periodista del diario berlinés “Die Taz”, y el segundo, un colaborador habitual de ZDF, la segunda cadena de televisión alemana. Bröckers sostiene que los pilotos suicidas de aquellos aviones están todavía vivos, mientras que Wisnewski, que goza de mayor credibilidad, pone en cuestión todo el asunto del 11-S y expone la teoría de que los edificios del WTC fueron derribados con explosivos colocados en su interior. Lo cierto es que cada vez que surge el asunto, el vídeo de la caída del edificio número 7 –el que se hundió después de las Torres–, emerge entre los adeptos a la intriga como prueba irrefutable de una voladura controlada.
Pero si Alemania reúne un potente plantel de descreídos oficiales, de Francia parten las obras de mayor impacto mundial. El mentor es Thierry Meyssan, impulsor de una organización virtual autodenominada “red Voltaire” que aglutina a periodistas, políticos y profesionales de diversos campos incondicionales de la confabulación y autor de “La gran impostura” y “Le Pentagate” en los que niega que un avión civil pilotado porunsuicida se estrellara contra el Pentágono, en favor de la tesis de un misil. En España, Pilar Urbano en su libro “Jefe Atta” también muestra incredulidad a este respecto.
Un análisis de las teorías conspirativas muestra que una parte sustancial del asunto gira en torno a los aviones secuestrados por los comandos de Al Qaeda. Básicamente o se niega que los que se estrellaron fueran los mismos que secuestraron aquella mañana –de modo que habría habido unasustitución de aeronaves– o se afirma que hubo explosivos y misiles militares en la causa.
Respecto al primer avión que se estrelló y del que sólo hay dos filmaciones conocidas, ambas lejanas y poco precisas, los autores ponen en duda que se tratara deunBoeing y apuntan la idea de unmisil o de un avión más pequeño. En cuanto al segundo aparato –el que impactó contra la Torre Sur– se da el caso de que una serie de reportajes publicados en “La Vanguardia” han incrementado las dudas. En los sitios de Internet que tratan sobre el asunto ya lo han bautizado en inglés como “el avión preñado” en referencia a las extrañas protuberancias que se aprecian sobre su fuselaje y que desveló este diario.
Las teorías conspirativas alcanzan su máxima expresión cuando abordan el ataque al Pentágono y el caso del avión desintegrado en Pensilvania. El vuelo 77 de American Airlines despegó de Washington a las 8.20 horas de la mañana con destino Los ngeles. Media hora después los controladores perdieron su pista y casi cuarenta minutosmástarde la Fuerza Aérea recibió la orden de ir a buscarlo. Hacía media hora que las Torres Gemelas habían sido alcanzadas. Alas 9.38 horas del 11 de septiembre de 2001, dos minutos antes de que llegaran los cazas, el AA-77 se estrelló contra el Pentágono, abriendo unboquete reducido, similar al que podría haber producido un misil. Las cámaras de seguridad no captaron al avión y en ese mismo instante comenzó la incredulidad, nació la idea de la conspiración y afloraron las preguntas que contesta Thierry Meyssan a su criterio: Si los pilotos no eran expertos, ¿cómo pudieron efectuar un giro tan cerrado? ¿Por qué no se ven restos del Boeing en las fotos? ¿Por qué las cámaras de seguridad del Pentágono no captan al avión? ¿Por qué los daños son tan precisos...?
Falta de respuestas
La falta de una contundente versión oficial que responda a tantas preguntas –hay una web que, jugando con la fecha del ataque, plantea 911 dudas– alienta las teorías de la conspiración. Muchas de las incógnitas expuestas por los autores citados pueden ser fruto del oportunismo o de la imaginación, incluso bienintencionada, de los amigos de lo extraño. Sin embargo, la comisión federal de investigación ha denunciado el oscurantismo que practica la Administración Bush. Cabe la posibilidad de que el Gobierno norteamericano no tenga las respuestas que se le exigen y que alguna de las que conozca no las difunda por no hacer más doloroso el recuerdo de aquel día. Es más que probable que así sea respecto al avión estrellado en Pensilvania, aquel Boeing desde el que varios pasajeros lograron hablar por teléfono con sus familias antes de que, según la versión oficial, en un acto heroico redujeran a los secuestradores y evitaran que impactara en el Capitolio o en la mismísima Casa Blanca. Sin embargo, personalidades diplomáticas de Estados Unidos y de la Unión Europea están persuadidas de que realmente el avión fue derribado para impedir que se estrellara contra la residencia del presidente.
Tal vez la explicación de este boom editorial y mediático la tenga Rudolf Stoeber, profesor de Comunicación de la universidad alemana de Bamberg, que considera al 11-S como un hecho totalmente irracional mientras que los humanos necesitamos y buscamos a todo una respuesta racional.
LIBROS
“La gran impostura” Thierry Meyssan, La Esfera de los Libros
“Le Pentagate”
Thierry Meyssan, ed., Éditions Carnot
“Verschwörungen, Versch-wörungstheorien und die Geheim-nisse des 11.9” (Conspiraciones, teorías conspirativas y los secretos del 11-S)
Mathias Bröckers, Zweitausendeins
“Die CIA und der 11.September: Internationaler Terror und die Rolle der Geheimsdientse” (La CIA y el 11-S: el terror internacional y el rol de los servicios secretos)
Andreas von Bülow, Piper Verlag
“Falten, Fäls-chungen und die unterdrückten Beweise des 11.9” (Hechos, falsificaciones y evidencias censuradas del 11-S)
Mathias Bröckers y Andreas Hauss, Zweitausendeins
“La sospecha: el complot que amenaza la sociedad actual” Isabel Pisano, Belacqua
“Operation 9/11: Angriff auf den Globos” (Operación 11-S: ataque contra el Globo) Gerhard
Gerhard Wisnewski, Droemer / Knaur
“11-S. Historia de una infamia: las mentiras de la ‘versión oficial"
Bruno Cardeñosa, Corona Borealis
“The war on freedom. How and why America was attacked, september 11, 2001”
Nafeez Mosaddeq Ahmed, The Institute for Policy Research and Development
“Jefe Atta: el secreto de la Casa Blanca”
Pilar Urbano, Plaza & Janés
...Y ALGUNAS WEBS
·
www.9-11commission.gov/archive/index.htm
·
www.wtc1.batcave.net/2.html
·
www.81x.com/green1/plane
·
www.physics911.org/net/
·
www.serendipity.li/wtc.html
·
www.cooperativeresearch.org/timeline/index.html
·
http://www.asile.org/citoyens/numero13/pentagone/%20erreurs_en.htm
·
www.perso.wanadoo.fr/ericbart/
·
www.serendipity.li/wot/aa11.htm
¿Quién dejó escapar a los saudís después del 11-S?
Por Jeffrey J. Connaughton (original:
The Boston Globe, 30 de septiembre de 2003)
LAS LIBERTADES CIVILES en tiempos del terrorismo requieren un cuidadoso balance entre la preservación de importantes derechos de todos los americanos y la necesidad de leyes que permitan investigar y prevenir ataques terroristas. La necesidad de un estándar equilibrado es especialmente evidente en la demanda al congreso del presidente Bush de más poderes legislativos para poder investigar a los sospechosos de terrorismo, mientras quedan abiertas preguntas como por qué la Casa Blanca y el FBI permitieron a 140 saudís (inclusive dos docenas de parientes de Osama bin Laden) salir a toda prisa de los Estados Unidos.
Durante los primeros días después del 11 de septiembre de 2001, mientras los aeropuertos estaban cerrados a otros vuelos, prohibiendo que ciudadanos americanos entraran a su propio país, los parientes de bin Laden sí que podían salir. El Departamento de Justicia y el inspector general del FBI deberían investigar por qué estas obvias “personas de interés” estuvieron autorizadas a salir del país sin haber sido seriamente interrogadas.
¿Por qué el pueblo americano debería confiar en una administración Bush con mayores poderes policiales si ésta se niega a contestar la pregunta de por qué la familia de bin Laden pudo escapar? Como dijo el senador de Nueva York, Charles Schumer, el 11-S era demasiado reciente para que el FBI ni tan siquiera supiera qué tipo de preguntas hacer, y menos aún para decidir definitivamente que cada saudí y pariente de bin Laden merecía un “todo en regla”, dejando de estar a disposición para ser interrogados.
El pueblo americano merece respuestas a las siguientes preguntas:
- ¿A quién llamaron los saudís para que el gobierno aprobara los vuelos?
- ¿Quién en el gobierno coordinó las autorizaciones para los vuelos?
- ¿Recibió el FBI informaciones de la Casa Blanca sobre la urgencia de permitir a estos individuos abandonar el país?
- ¿Expresaron los responsables del Departamento de Justicia reservas o objeciones con respecto a estas decisiones?
- ¿Contactaron algunos americanos con el gobierno de los EEUU para acelerar las autorizaciones de los vuelos?
En agudo contraste con el tratamiento especial recibido por estos saudís, el Presidente Bush y el Departamento de Justicia han retado repetidamente al Congreso y los Tribunales Federales para encrudecer las leyes al máximo con tal de poder actuar contra los sospechosos de terrorismo. Después de los ataques, cientos de árabes fueron encarcelados durante meses sin acceso a los abogados. El Departamento de Justicia ha reconocido que ni siquiera los Tribunales Federales están en condiciones de obligar constitucionalmente a alguien a testificar cuando ha sido declarado unilateralmente “enemigo combatiente”.
El Fiscal General John Ashcroft tuvo que defenderse a izquierda y derecha contra las acusaciones de que el Departamento de Justicia ha aplicado el “Patriot Act” de modo abusivo. Recientemente, Bush ha pedido al Congreso que permita citar a sospechosos de terrorismo sin orden judicial y denegarles la libertad bajo fianza, y de aplicar la pena capital federal a los terroristas condenados.
Los responsables del FBI afirman que sus agentes interrogaron a los parientes de bin Laden antes de que la Casa Blanca autorizada su salida del país. Pero Dale Watson, ex jefe del contraterrorismo del FBI, dijo que los saudís que abandonaron el país “no fueron sometidos a entrevistas o interrogatorios serios."
El Secretario de Estado, Colin Powell, admitió que los vuelos habían sido “coordinados por el gobierno”, pero no ofreció detalles sobre la implicación del FBI. Por el otro lado, el Vicepresidente Cheney dijo no tener conocimiento de los vuelos, “pero un gran número de gente de esta parte del mundo abandonó el país poco después del 11-S porque estaba preocupada por la reacción del público aquí en los EE.UU. o que podrían ser discriminados.”
Este doble patrón es una bofetada al sentido común. Si los vuelos de los saudís después del 11-S hubieran sido autorizados durante el gobierno de Clinton, tanto los republicanos como los demócratas hubieran estado furiosos y sin duda hubieran exigido una investigación parlamentaria. Algunos republicanos hubieran hecho lo imposible para acusar a Clinton de traición.
Los ataques del 11 de septiembre de 2001 han cambiado este país, y necesitamos equipar a la ley con las herramientas necesarias para combatir el terrorismo eficazmente. Pero dos años de silencio por parte de la administración Bush sobre estos vuelos de los saudís son suficientes.
El Congreso debería negarle a la administración mayores competencias policiales mientras el Departamento de Justicia no haya aceptado a realizar una investigación sobre las circunstancias de la autorización del gobierno de dejar volar a la familia de bin Laden.